miércoles, 18 de mayo de 2011

Coppola, un director y su sueño parte III


La década de 1990 no pudo empezar mejor para los seguidores de Francis Ford Coppola y en especial para los seguidores de la saga de El padrino. El realizador retoma viejos personajes, a los que acompañan nuevos nombres y rostros (Andy Garcia, Bridget Fonda, Eli Wallach o Raf Vallone, entre otros) y consigue otro gran éxito con la excelente El padrino parte III. La película nos muestra a un maduro Michael Corleone (Al Pacino) que pretende recuperar parte de la humanidad que ha perdido como consecuencia de sus tejemanejes dentro de un mundo tan hostil como lo es el suyo, donde las debilidades y las dudas pueden acabar con todo cuanto los Corleone han construido a base de sacrificio y sangre. Para el director resultó una inyección económica que le permitiría abordar su siguiente proyecto, uno que le interesaba especialmente y que por fin acariciaba. En 1992, tras hacerse con los derechos para filmar la novela de Bram Stoker y reunir a un fantástico elenco de actores, rueda en estudio, tan sólo sirviéndose de decorados, una magnífica adaptación de Drácula. Tras este fulgurante y exitoso arranque de decenio, que le permite recuperarse económicamente, sus admiradores aguardaban otra gran producción "Coppola" (incluso se llegó a especular con una cuarta entrega de La familia). Sin embargo, pasarán cuatro años hasta que el director se decide a filmar un nuevo largometraje, de menor repercusión que las anteriores, Jack (1996) protagonizado por Robin Williams, que encarna a un niño encerrado en el cuerpo de un hombre y los inconvenientes que esta anomalía le acarrean. Pero por diferentes razones, la película se estrena sin pena ni gloria. Durante esos cuatro años de ausencia de cartelera, Francis Ford Coppola se dedica a su negocios y a producir una serie de largometrajes de otros directores (Frankenstein de Mary Shelley de Kenneth Branagh o My family de Gregory Nava). En 1997, rueda Legítima defensa (The rainmaker), la que probablemente sea la mejor adaptación de una novela de John Grisham, protagonizada por Matt Damon y que ofrece la oportunidad a Mickey Rourke de congraciarse con la crítica y con el público. Con este interesante drama judicial, el gran director se despide del siglo XX, a la espera de que el nuevo siglo le proporciones nuevos retos. Y uno de esos nuevos retos, consistirá en sacarse la espina que tenía clavada desde 1979, año en el que se vio obligado a estrena Apocalypse now con un montaje que no era el que él había ideado, de este modo, en el año 2001, Francis Ford Coppola acude al Festival Internacional de Cine de Cannes y presenta su visión definitiva de una de sus obras magnas bajo el título de Apocalypse now redux, a la que añade 48 minutos de metraje inédito, (sí es mejor que la original es un tema que debe resolver cada uno). Tras este reencuentro con un festival que le había reconocido con dos Palmas de Oro, Coppola se centra en sus empresas y en la producción de las películas de su hija, Sofia Coppola: Las vírgenes suicidas (1999) Lost in traslation (2003) y María Antonieta (2006). En el año 2007, diez años después de su último film, estrena Juventud sin juventud, una modesta producción interpretada por Tim Roth, donde puede desarrollar su estilo sin ningún inconveniente, pero los resultados no alcanzan el nivel de algunos de sus anteriores trabajos. En contra de lo que venía haciendo, no tarda ni dos años en presentar su siguiente proyecto, Tetro (2009). Título que toma como eje principal la familia y la emigración, en este caso, dos hermanos que se reencuentran en Argentina y las diferencias existentes entre ellos y con el entorno que les rodea.
A la espera de un nuevo sueño, solo queda disfrutar de los grandes clásicos que ha filmado.

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