viernes, 27 de mayo de 2011

La noche (1960)


La experiencia, la observación y la reflexión se confabulan en Michelangelo Antonioni —y sus coguionistas Tonino Guerra y Ennio Flaiano— para situarnos al filo de la afirmación de que la mayoría de las comunicaciones que establecemos, antes y ahora, en una era más tecnológica, son de incomunicación. Sencillamente, aunque oigamos otras voces, no escuchamos lo que nos dicen. Cierto que todos tenemos algo que decir (o así lo creemos), pero lo problemático no es decirlo, sino no escuchar o que al hablar sintamos como nuestras voces no llegan, se acallan en la distancia que nos separa. La incomunicación es un fenómeno que afecta a muchas relaciones, incluso existe la incomunicación con uno mismo; en todo caso, precipita el deterioro del que no se libran Giovanni (Marcello Mastroianni) y Lidia (Jeanne Moreau), la pareja protagonista de La noche (La notte, 1960). Su matrimonio se encuentra en un punto muerto, ni siquiera recuerdan qué les une. La cruda realidad se presenta cuando visitan a un amigo al hospital, se trata de un hombre que sabe que su fin llega y así se lo hace saber. Esta confesión, reconocimiento de que existe un final que puede presentarse en cualquier momento, se convierte en el detonante de la angustia que sufren y callan y del enfrentamiento a la verdad oculta hasta entonces: el distanciamiento que existe entre la pareja. Dicho alejamiento se pone de manifiesto en la fiesta nocturna, en la que cada uno tiene su enfoque de la realidad y experiencias propias que la subjetiva.


Giovanni pretende una relación con Valentina (Monica Vitti), en busca de aquello que su esposa no le ofrece o aquello que se ha perdido (espejismo provocado por una frustración, ni superada ni, tan siquiera, enfocada desde la sinceridad). Por su parte, Lidia empieza a comprender y a aceptar que ya no ama a su marido, pretende encontrar fuerzas para poder expresar la ausencia de un sentimiento que el tiempo y la incomunicación han deteriorado sin compasión. En esta coproducción franco-italiana, Michelangelo Antonioni plantea está situación y el conformismo que ha originado su nacimiento. Para ello, permite que La noche fluya pausada, ritmo que acentúa esa situación interna por la que atraviesan los protagonistas. Las frustraciones dominan a la pareja, son seres alienados dentro de una sociedad aburguesada, que no exige ni espera nada. Han alcanzado un estado que les postra ante la vida, y que les lleva a mantener conversaciones sobre temas que no comprenden o que les son ajenos, en los que pretenden mostrarse profundos, pero resultan pedantes y artificiales; olvidándose de lo que realmente importa, la comunicación que les permita enfrentarse a sus propios problemas. ¿Quién es el culpable del deterioro de la relación? ¿Por qué existen esos reproches silenciosos? ¿Qué les lleva a aceptar el conformismo (o falta de implicación) que les domina y las consecuencias de este? Mostrarse neutro, no actuar, olvidar las necesidades de uno mismo y del ser amado, pueden llevar a un punto de no retorno para los miembros de la pareja, que se han convertido en desconocidos y que han aceptado compartir un espacio común quizá por la falsa sensación de comodidad que implica no hacer nada.

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