martes, 24 de mayo de 2011

El idiota. La perfección moral

Hombre sensible y sincero, el príncipe Myshkin actúa desde su nobleza de espíritu sin esperar nada a cambio, porque su alma, justa, pura e inocente, así se lo indica. Este joven de elevados valores éticos es el personaje que Fiodor M. Dostoyevski empleó para desarrollar una profunda y rica reflexión sobre la naturaleza humana (un trabajo que no le resultó sencillo, ya que no encontraba el modo perfecto para expresar la idea que pretendía y que le llevó a realizar hasta ocho versiones distintas de la novela). La gestación de El idiota se produjo cuando el gran escritor ruso deambulaba por Europa, exiliado, bajo la amenaza real de encarcelamiento por endeudamiento. Pero este sería el menor de sus males. Durante su estancia en Suiza su hija de tres meses muere, así mismo, él sufre frecuentes ataques epilécticos que aumentan el cansancio físico y emocional que acentúa su deseo de retornar a su país natal. Así pues, no resulta extraño que el inicio de El idiota muestre a un joven príncipe que regresa a Rusia tras una prolongada estancia en el extranjero, en Suiza para ser más exactos, adonde lo enviaron de niño para curar el mal que le aquejaba. Dostoyevski se valió del personaje de Myshkin para acercarse a la idea del hombre perfecto, representante de una moral sin tacha, ajena a ambigüedades. Desde el primer momento de su retorno, el joven príncipe descubre ambientes que le son extraños, frecuentados por un variopinto grupo de hombres y de mujeres que no poseen su inocencia, pero que él encuentra admirables, amistosos y de su misma condición moral. Estos nuevos amigos pasarán a formar parte de su existencia y encontrarán en el personaje principal a un ser extraño, a quien no saben cómo catalogar. El idiota se dirige hacia el estudio de las personalidades del propio príncipe y de aquellos que le rodean, quienes encuentran en él la oportunidad de conocerse así mismos, les guste o no. De este modo, Myshkin se convierte en una especie de imán que atrae, consciente o inconscientemente, a su círculo de allegados, en el que se pueden encontrar personajes de índoles muy distintas, que mediante su relación con el príncipe irán descubriendo sus propias imperfecciones.
¿Es una enfermedad o una visión utópica de cuanto observa? El idiota, piensa, profundiza y juzga desde un elevado sentido de la ética, es un ser dominado por una perfección moral (virtud/defecto), que le obliga a actuar con ingenuidad, compasión y un estricto sentido de lo correcto, sin pensar en la repercusión que sus acciones y sus palabras tendrán en los demás, algo que irrita y, sobre todo, produce un estado de continua alteración en su entorno. El resto de los personajes (y él mismo) sufren las consecuencias de unos actos que no comprenden, que generan confusión y malestar, y que justifican como una especie de debilidad mental o fachada tras la que se esconde alguien totalmente diferente. Sin embargo, Myshkin no es idiota ni débil, es un iluso y un pobre desdichado que no comprende las normas y las reglas del juego social. Él se encontraría en otro nivel humano, en un mundo de Quijotes donde la idea del bien es el código que rige su cotidianidad, pero, en el entorno real que habita, sus acciones se traducen en el constante enfrentamiento con el medio social y con su calificación de El idiota.

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