domingo, 1 de mayo de 2011

Una vuelta por el Landismo



Dentro del cine realizado en España durante el franquismo no se puede hablar de la existencia de un movimiento o corriente cinematográfica propiamente dicho, al menos no de uno que traspasase las fronteras para influenciar en otros lugares y a otras cinematografías, como sí fueron los casos del expresionismo alemán de la década de 1920, del neorrealismo italiano de la segunda mitad de los años cuarenta, del Free Cinema inglés o de la nueva ola francesa de los Chabrol, Godard, Rivette, Rohmer, Truffaut  y compañía. Sin embargo sí se produjo cine negro autóctono, con excelentes resultados, cine folclórico, religioso, histórico, un intento de construir un nuevo cine español, comedias costumbristas, algunas con influencias neorrealistas, y otras que nacieron a raíz del supuesto desarrollo de la década de 1960. Entre estas últimas encontramos el landismo, fenómeno cinematográfico de exclusividad española, cuya denominación de origen nace como consecuencia de su actor más representativo: Alfredo Landa. Pero sin detenernos en su discutible (y posiblemente inexistente) valor cinematográfico, nos encontramos ante un fenómeno social y cultural que marca parte del cine español realizado entre 1969 y 1978. Aparte de entretener o aburrir, según quien mire, este tipo de comedia refleja los lentos cambios de una sociedad que percibía luz, aunque tenue, al final del oscuro túnel de la dictadura y del conservadurismo impuesto por un gobierno autoritario, anclado en su ideología represiva. Así, pues, hallamos en estas películas el exagerado reflejo de habitantes anónimos que despertaban de su letargo obligado, de su larga represión sexual y cultural, individuos corrientes que sentían como el control político se debilitaba, y como esta debilidad implicaba una ligera permisividad inexistente en los años precedentes. A la espera de liberarse definitivamente de las cadenas franquistas, la sociedad española caminaba hacia su lenta europeización, abrazando las tan necesarias relaciones internacionales en la llegada masiva de turistas, de sus divisas, de los nuevos aires que traían consigo, de los bikinis en las playas, de idiomas foráneos que no comprendían y de otras aportaciones que aquella España soleada, costumbrista y tradicional, saludaba con timidez y deseo. Por aquel entonces, la ciudadanía aún era ajena a liberación sexual vivida por los hombres y las mujeres allende Los Pirineos, pero, gracias a la disminución de la censura de un gobierno que apenas podía sostenerse, quizá consciente de la proximidad de su último suspiro, encontramos a personajes que van perdiendo su miedo. Esta perdida les anima a experimentar situaciones de mayor o menor comicidad, posiblemente menor, que derivan en una serie de vivencias como el adulterio (de hecho o de pensamiento) en No desearás a la mujer del vecino (Fernando Merino, 1971), el deseo por el sexo opuesto en relaciones más carnales que platónicas en Aunque la hormona se vista de seda (Vicente Escrivá, 1971), Lo verde empieza en los Pirineos (Vicente Escrivá, 1973) o Mayordomo para todo (Mariano Ozores, 1976), la búsqueda del éxito idealizado en otros países en Vente a Alemania, Pepe (Pedro Lazaga, 1970) o el sacar pecho e irse a ligar al oeste ficticio de Vente a ligar al Oeste (Pedro Lazaga, 1971).


Ni que decir tiene que el argumento de la mayoría de estas películas apenas sufren variaciones; suelen tener un claro carácter machista, su protagonista asume la caricatura del macho ibérico para ocultar sus carencias e intentar dar rienda suelta a sus anhelos reprimidos, pero al tiempo es un tipo de cine que permite vislumbrar aspectos de la época, entre ellos el patetismo dominante o la mínima liberación que se produce en la mujer española de aquel entonces, consecuencia de los paulatinos cambios que se van desarrollando y del contacto con las extranjeras, ajenas a la moral del régimen y a los prejuicios patrios, mujeres cuyos cuerpos se convierten en el objeto de deseo del prototipo del macho loablemente representado por el inolvidable 
Alfredo Landa, figura mítica del cine realizado en España antes, durante y después de la transición. Si Landa le dio nombre y rostro, también hubo otros actores que se dejaron ver por estas producciones, actores de la talla de José Sacristán, Juan Luis Galiardo o José Luis López Vázquez. Todos ellos demostraron su valía en producciones alejadas del landismo, sobre todo a medida que avanzaba la década de 1970 y la transición se convirtió en realidad. Fue entonces cuando el landismo perdió fuelle y el cine español tomó nuevos rumbos en películas más comprometidas desde un punto de vista político-social en El puente (1976), en la que Bardem aprovechó la imagen que hasta entonces el público tenía de Alfredo Landa para ajustar cuentas con la España pretérita, en Operación Ogro (Gillo Pontecorvo, 1979), La verdad sobre el caso Savolta (Antonio Drove, 1979), El crimen de Cuenca (Pilar Miró, 1979) o Asesinato en el comité central (Vicente Aranda, 1981), en la comedia madrileña de las primeras producciones de Fernado Colomo o Fernando Trueba o en el cine de destape, con el desnudo integral de María José Cantudo en La trastienda (Jorge Grau, 1975), y el estrenado con la clasificación S, letra que pretendía advertir sobre su contenido, pero que se convirtió en reclamo publicitario para algunos de aquellos ciudadanos de la ansiada democracia. Fueron films como los realizados por Ignacio F. Iquino, de éxito comercial, pero sobre todo fueron síntomas de que finalmente parte del país se liberaba de las ataduras y la represión sexual precedentes. Por último, no puedo despedir la entrada sin citar otro fenómeno, heredero cutre del landismo; me refiero a las comedias protagonizadas por la pareja Esteso-Pajares en títulos como Yo hice a roque III (Mariano Ozores, 1980). Pero llegados a este punto, y siendo dos los representantes de la anomalía, dudo sobre qué etiqueta escoger para referirme a sus películas. ¿Pajarismo? ¿Estesismo? ¿Estesopajarismo o Pajarestesismo?



1 comentario:

  1. Toñete eres una fiera, muy bueno, lo que leo está muy bien, mucho animo para continuar ...

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