domingo, 5 de junio de 2011

Buñuel en México (y más)


Exiliado y frustrado, Luis Buñuel recala en México, país donde conseguirá la nacionalidad y donde podrá rodar con asiduidad, pero no siempre trabajando en proyectos personales. Su primera película mexicana se filma en 1946, Gran Casino, título alimenticio para lucimiento de Jorge Negrete y Libertad Lamarque, producido por Oscar Dacingers, productor con quien Buñuel trabajará en ocho ocasiones. Pero el film resulta un fracaso, que le lleva a plantearse el abandono de una carrera, con la que apenas podía mantenerse y que a la postre sería de las más destacadas dentro del panorama cinematográfico. Tres años después, en 1949 estrena El gran calavera, una comedia por encargo de Dacingers, interpretada por Fernando Soler, en la que un millonario sumido en una profunda depresión, producida por la muerte de su esposa, se pasa el día pegado a la botella, hasta que un ataque al corazón le aleja de ella. Pero lo más destacado de esta divertida comedia sería encontrarse con Luis Alcoriza, director y guionista, con quien colaborará en diez películas suyas y en la realización de un guión que dirigirá Julián Soler, otra divertida comedia titulada Si usted no puede yo sí (1950). Buñuel había aceptado el juego, consciente de que si realizaba exitosos proyectos ajenos a él, tarde o temprano, tendría la oportunidad de centrarse en un cine más personal. Así pues, de nuevo con Alcoriza entre otros guionistas, se lleva a cabo el rodaje de Los olvidados(1950), una de sus obras cumbre y su primer film autoral en México, película que retrata, desde una perspectiva realista, a un grupo de marginados devorados por la miseria que les rodea. Con Los olvidados gana el premio al mejor director en el Festival Internacional de Cine de Cannes, un perfecto escaparate para reivindicar su evidente talento. Años más tarde será declarada patrimonio de la humanidad (honor que tan sólo comparte con otro film). A partir de ese momento, rueda con asiduidad, alternando producciones personales con otras de menor implicación en las que asume el funcionamiento de la industria cinematográfica mexicana. Susana (1950), La hija del engaño (1951), Una mujer sin amor (1951), Subida al cielo (1951), El bruto (1953), Robinson Crusoe (1952), primera de las dos películas que rueda en inglés, Él (1952), Abismos de Pasión (1953), una excelente variante de Cumbres borrascosas de Emily Brönte, La ilusión viaja en tranvía (1953), El río y la muerte (1955) o Ensayo de un crimen (1955) son algunos de los títulos que realizó antes de viajar a Francia en 1955 para filmar la coproducción franco-mexicana Así es la aurora, seguida por La muerte en el jardín (1956), un nuevo proyecto co-financiado por las anteriores nacionalidades. Un aparte merece Nazarín (1958), otra de sus obras cumbre, que toma título e inspiración de la novela de Benito Pérez Galdós. Un soberbio Francisco Rabal encarna a un sacerdote cuyas dudas existenciales le crean un grave conflicto moral. Nazarín gana la Palma de Oro en el Festival Cinematográfico de Cannes y lanza a su director a un extraño periplo que le lleva a rodar alternativamente en varios países: La joven (1960), su segunda película en inglés, rodada en Estados Unidos e interpretada por un solvente Zachary Scott. Un año después, se le permite regresar al país que le había visto nacer para rodar una coproducción hispano-mexicana titulada Viridiana (1961), película fundamental en su filmografía y pieza clave dentro de la historia del cine, con la que gana una nueva Palma de Oro y que sufre una dura persecución por parte de la censura española, que no permite su estreno y que lleva a Luis Buñuel de regreso a México, donde rueda una nueva genialidad, El ángel exterminador (1962), un film con fuerte carga crítica y con un humor negro y ácido en el que se pone en entredicho las costumbres de una clase social aburguesada alienada por sus propios miedos. Sin tiempo para hacer las maletas de nuevo parte para Francia, donde filma la excelente Diario de una camarera (1964), interpretada por la gran actriz gala Jeanne Moreau. Como si de un vicio se tratase, este trotamundos viaja a México para rodar Simón del desierto (1965). Tras este continúo deambular, Luis Buñuel recaló en Francia, país donde desarrollaría la última parte de su carrera.

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