miércoles, 8 de junio de 2011

Érase una vez... un Leone


Cuando acompañaba a su padre 
Vincenzo Leone (alias Roberto Roberti) al plató de rodaje de La bocca sulla strada (1941), ¿quiénes de los allí presentes sospecharían que décadas después, con tan solo siete películas acreditadas como director, aquel muchacho de doce años, que respondía al nombre de Sergio, se convertiría en un referente de la cinematografía mundial? Pero así fue. Previo a alcanzar fama y reconocimiento, Sergio Leone descubrió el cine prácticamente desde todas sus perspectivas, ya que su carrera se inició mucho antes de dar el salto a la dirección. Durante aquel tiempo de aprendizaje, aprovechó para familiarizarse y comprender los entresijos del audiovisual con el que convivió desde la cuna hasta su muerte, en abril de 1989. Su actuación en La bocca sulla strada no dejó de ser un devaneo infantil, pero también fue su primer contacto real con el cine, medio en el que iría desempeñando distintas funciones -asistente de dirección, guionista o director de segunda unidad- en producciones en las que no solía aparecer acreditado. Aquellas labores le permitieron observar y estudiar a Vittorio de Sica en Ladrón de bicicletas (1948), a Mervyn LeRoy en Quo Vadis (1951), a Mario Soldati en Los tres corsarios (1952) o Yolanda, la hija del corsario negro (1953), a Robert Wise y Raoul Walsh en Helena de Troya (1955), a William Wyler en Ben-Hur (1958) o a Fred Zinnemann en Historia de una monja (1959). No obstante, fue al lado de Mario Bonnard, íntimo amigo de su padre, con quien más tiempo colaboró como ayudante. En 1959, debido a problemas de salud, Bonnard se vio obligado a dejar el rodaje de Los últimos días de Pompeya (1959), y Leone asumió las riendas del film, junto a Sergio Corbucci y Duccio Tessari. A pesar de no haber firmado como director, su participación no pasó desapercibida y, el éxito comercial de la producción, le posibilitó dirigir su propio peplum, género en boga dentro del cine italiano de la época, aunque no era del gusto del todavía inexperto cineasta. Así pues, antes de filmar algunas escenas de Sodoma y Gomorra (Robert Aldrich, 1961), rodó la exitosa El coloso de Rodas, el primer título que firmó como máximo responsable. Con la buena acogida comercial de la película y con su bagaje dentro de la industria cinematográfica, a Sergio no le faltaron ofertas. Por aquel entonces, había adquirido soltura y una visión propia del medio, algo que demostró en repetidas ocasiones durante su periodo de aprendizaje. Pero las propuestas para filmar nuevos peplums no lo convencían, por lo que decidió posponer su segunda incursión en la dirección. Mientras tanto, aceptó participar en el film de Aldrich (con quien tuvo discrepancias) e ideó el argumento de Rómulo y Remo (1961), que posteriormente sería dirigido por su amigo Corbucci.



Rashomon (1950) había internacionalizado a Akira Kurosawa, pero fue otra película suya, Yojimbo (1961), la que llamó la atención de Leone. Entonces, supo qué película quería hacer. Trasladaría aquella historia, inspirada en la novela de Dashiell Hammett Cosecha roja, del Japón feudal al Oeste. Poner en marcha el proyecto, en plena crisis del cine italiano, fue posible gracias a su bajo presupuesto y a la seguridad de los inversores de recuperar lo invertido, conscientes de que los westerns que se estaban realizando en Alemania generaban beneficios. El realizador romano se puso manos a la obra y escribió el guion del que sería su primer western, género que admiraba y que no pretendía ni cambiar ni revolucionar, aunque sí lo hizo. Por un puñado de dólares (1964) significó su reconocimiento definitivo dentro del panorama cinematográfico italiano, pero también el descubrimiento del genial compositor Ennio Morricone, antiguo compañero de clase de Leone, y de Clint Eastwood. A pesar de los problemas derivados de ser considerada un plagio de Yojimbo (1961), magistral chambara-western de Akira Kurosawa, y de su frío arranque comercial, la película se convirtió en un éxito de taquilla sin precedentes en Italia. La historia narrada es la misma que la expuesta por Kurosawa, aunque Leone la hizo suya y la trasladó al "Oeste almeriense", sucio, violento, poblado de pistoleros ambiciosos, carentes de rasgos heroicos y cuyas emociones se descubren en los primeros planos que van de un rostro a otro mientras el tiempo se dilata en la pantalla, quizá conscientes de la proximidad de la muerte. Estas características de un far west sin ley, sin personajes positivos, por donde deambula el hombre sin nombre que dio fama a Eastwood, sentó las bases del spaghetti western. Fue su primera entrega de la trilogía del dólar, que completó con dos películas similares desde un punto de vista formal, que confirmaban un estilo inimitable que muchos imitadores intentaron emular sin éxito. En La muerte tenía un precio (1965) de nuevo contó con la participación de Eastwood y Gianmaria Volonté en los papeles protagonistas, pero a ellos se les unió un tercer actor, Lee van Cleef, que a partir de entonces sería asiduo de este tipo de producciones, aunque su actuación más recordada llegó un año después, al dar vida a Sentencia en la mítica El bueno, el feo y el malo (1966), el primer largometraje en el que el cineasta italiano se vio obligado a alterar parte del montaje para su estreno comercial.



Dos años después, ya sin Clint Eastwood, pero con Claudia Cardinale, Henry Fonda, Jason Robards, Charles Bronson y Gabriele Ferzetti, realizó la que sin duda es su mejor película dentro del género. Hasta que llegó su hora (1968) partió de una idea que el realizador maduró al lado de Dario Argento y Bernardo Bertolucci, y que sería escrita por Sergio Donati. En ella se plantea el final del salvaje Oeste y el nacimiento de la civilización que llega con el ferrocarril y con la desaparición de hombres como Frank, Armónica o Cheyenne, pistoleros de la vieja escuela que no tienen cabida dentro del nuevo orden que se establece con la modernidad. Sin embargo, la década siguiente no resultó tan fructífera. Después de rechazar adaptar un manuscrito de Mario Puzo, que daría pie a su famosa novela y a El padrino (The GodfatherFrancis Ford Coppola, 1972), el director romano realizó ¡Ágachate, maldito! (1971). Protagonizada por Rod Steiger y James Coburn, la película iba a titularse Erase una vez la revolución y, en principio, solo pensaba producirla, delegando las funciones de dirección en Peter Bogdanovich, primero, y en Sam Peckinpah, después. La historia narra la amistad entre un bandido mexicano -que iba a ser interpretado por Eli Wallach- y un mercenario irlandés durante la revolución mexicana, y el resultado no puede negar su origen "leoneiano". Los años que siguieron se dedicó a filmar spots publicitarios y a producir proyectos dirigidos por otros directores, aunque en el caso de Mi nombre es ninguno (Tonino Valerii, 1973) también rodó parte del film. Mientras, el tiempo transcurría en su dirección establecida y Sergio no filmaba una nueva película, aunque, en su mente, continuaba presente la vieja idea de adaptar la novela The Hoods, una idea que surgió durante el rodaje de El bueno, el feo y el malo. Entre intenciones y acciones, la década de 1970 tocó a su fin y confirmaba la ausencia del cineasta de la cartelera, la cual se prolongó durante trece años. Esta realidad empezaba a preocupar a quienes aguardaban el retorno del León..., regreso que se produjo en 1984. No fue dentro del género que le dio fama, sino con la monumental y personal Erase una vez en América (1984), cuya mezcla de drama, amistad y sueños, dentro de un ambiente gansteril neoyorquino, significó el brillante punto y final de su filmografía.


Filmografía como director

Los últimos días de Pompeya (Gli ultimi giorni di PompeiMario Bonardi,1959) (sin acreditar)
El coloso de Rodas (Il colosso di Rodi, 1961)
Erase una vez en América (Once Upon a Time in America, 1983)

Otras atribuciones

Sodoma y Gomorra (Robert Aldrich, 1961) (director de la segunda unidad)
Mi nombre es ninguno (Il mio nome è Nessuno; Tonino Valeri, 1973) (productor y director de la segunda unidad)
El genio (Un genio, due compari, un pollo; Damiano Damiani, 1975) (productor)
Il gatto (Luigi Comencini, 1977) (productor sin acreditar)
Il giocattolo (Giuliano Montaldo, 1978) (productor sin acreditar)


Premios y reconocimientos

Ganador del David de Donatello al mejor director por ¡Agáchate, maldito!
Nominado al BAFTA al mejor director por Erase una vez en América
Nominado al Globo de Oro al mejor director por Erase una vez en América

1 comentario:

  1. Sensacional como siempre. Sobre Sergio Leone tengo sentimientos encontrados. En realidad es la estética del spaghetti-western lo que me distancia. Para mí lo mejor es ÉRASE UNA VEZ EN AMÉRICA. Una especie de homenaje al PADRINO

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