miércoles, 1 de junio de 2011

Los sobornados (1953)


A propósito de
Los sobornados (The Big Heat, 1953), Fritz Lang comentaba que <<nada de pantalla grande, pero sí una historia intensa y dramática sobre los enemigos públicos de hoy en día. Como siempre, es la historia y el estilo lo que hace que un film sea bueno o no, y nunca el procedimiento técnico>>. Estas palabras son las de alguien que conoce el medio a la perfección, alguien que ha vivido los cambios técnicos y que siempre sabe adaptarlos a su estilo; y no al revés, pues Lang posee uno propio y los emplea para dar forma a la historia, en este caso, a un material ajeno escrito por <<un excepcional reportero criminal>>. El guion de The Big Heat corre a cargo de Sydney Boehm, pero es Lang quien le da la sustancia audiovisual con la que el film alcanza cotas pocas veces logradas en el cine negro estadounidense (aunque la mayoría de sus películas negras comparten las alturas). En este en excepcional noir, realista y contundente, el realizador centroeuropeo no disfraza el conflicto, ni rehuye la violencia inherente a los espacios urbanos en manos de corruptos y criminales brutales cuyo objetivo son el poder, para mantener el negocio, y el mayor beneficio posible. Nada más importa, la inmunidad se compra, las personas también, todo tiene un precio, y si no, se elimina el problema. Pero el sargento Bannion (Glenn Ford), hombre íntegro y policía honrado, no se amedrenta ni se deja comprar, aunque el personaje clave del film es el de Gloria Grahame, magnifica en su papel de Debbie, inolvidable, en su aparente superficialidad, en su sufrimiento y en su transformación de mujer objeto a víctima y, posteriormente, a ángel vengador en su relación con Vince, el sádico criminal interpretado por Lee Marvin.


Uno de los grandes aciertos del cine negro de Lang reside en su capacidad y su intención de dotar a los personajes de anhelos, de bajos instintos, de una psicología compleja, en constante conflicto, y de fatalidad, que no es fruto de un destino caprichoso, sino de caprichos y deseos humanos, como apunta uno de sus títulos magistrales. La psicología y los conflictos irán asomando a lo largo de los minutos, pero antes comprendemos que Bannion encuentra cuanto desea en su credulidad laboral y en su familia, en llegar a casa y besar a su esposa, en ver a su hija. Todo eso le permite sentir que la vida merece la pena. No conoce el odio o, al menos, no le posee, ni el dinero es una prioridad; su prioridad es ser él mismo, con sus valores y los principios que marcan su conciencia y sus actos. Esto le lleva a un enfrentamiento con un sistema corrupto que pone trabas a la investigación que realiza. Él lo sabe, se desespera, se enfurece, quizá sea la reacción lógica de alguien honesto ante la injusticia que observa y la impunidad de los criminales. De ahí a que trasforme su vida en 
su cruzada hay un paso y una bomba que explota para convertir su existencia en una cuestión personal entre él y el crimen. Lang es contundente cuando la historia lo exige, y sabe captar la intimidad de los personajes y mostrar la humanidad en un rostro o en una mirada. Dota de realismo las reacciones y las acciones, más que los espacios donde no esconde sus cartas, sino donde detalla; como él mismo dijo: <<creo que toda película seria que describa a la gente de hoy debería ser una especie de documental de su tiempo>>. Y eso es lo que hizo en esta soberbia y contundente muestra de film noir que profundiza en aspectos humanos, tanto en su fondo como en su apariencia externa, ya que el director empleó su experiencia para dar profundidad a los personajes, lo cual realza la tensión que se vive durante la escasa hora y media de duración, sin que ninguno de ellos resulte una caricatura, porque son seres reales, que temen, odian o simplemente ambicionan el poder y el dinero. No ha lugar para la esperanza fantasiosa en Los sobornados, cualquier final será un final exento de la misma, algo que resulta un acierto, ya que la situación que se vive en el film resulta pesimista, tanto desde el punto de vista personal de Bannion como el de quienes le rodean: individuos corruptos y sin escrúpulos, o las marionetas de éstos, que supuestamente tendrían que ser las personas que asumiesen responsabilidades, ya que ellos representan a la ley y a los ciudadanos.

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