lunes, 5 de septiembre de 2011

Arsénico por compasión (1944)



El guion que los gemelos Julius y Philip Epstein realizaron a partir de la obra homónima de Joseph Kesselring, sirvió a Frank Capra la posibilidad de alejarse de sus comedias sociales y adentrarse en la comedia alocada, quizá nunca mejor dicho, en Arsénico por compasión (Arsenic and Old Lace, 1944), la que sin duda es la propuesta sonora más loca y diferente del responsable de Juan Nadie (Meet John Doe, 1941). En este disparatado enredo, Capra se desmarcó de su discurso habitual y de los heroicos personajes que, interpretados por Gary Cooper o James Stewart, lo representan en pantalla. En esta ocasión, el protagonista, Mortimer Brewster (Cary Grant), también es un individuo corriente, pero su cruzada será de otro tipo muy distinta a la de los héroes anónimos de Cooper y Stewart. Recién casado, Mortimer acude a la casa familiar con la intención de comunicar la buena nueva a sus dos tías. Pero en lugar de sorprenderlas, es él quien se lleva la sorpresa cuando descubre que sus amables y queridas familiares se dedican a realizar obras de caridad un tanto curiosas. El resultado es una comedia única, que logra divertir desde su primer minuto, y esto se debe a que Frank Capra quiso evadirse de la realidad, dejando a un lado posibles mensajes sociales, y abrazar la locura de la que salió muy bien parado, consiguiendo una película hilarante e irónica que busca la complicidad y la risa del público al que invita a abandonar la realidad y disfrutar de un entretenimiento sano, siempre que uno no sea huésped en la casa de las señoritas Brewster.


Mortimer acaba de contraer matrimonio con Elaine (Priscilla Lane) a pesar de que en su libro expuso el error que significa la vida conyugal. Sin embargo, finalmente, el amor le ha vencido y, contento por su nuevo estado, acude a comunicar la noticia a su tía Martha (Jean Adair) y a su tía Abbey (Josephine Hull), pero allí descubre, oculto en el arcón del salón, un cadáver. Su primera reacción es de pánico y la segunda de incredulidad porque se preguntaría ¿qué hace un muerto dentro del arcón de mis tías? Ni siquiera se le ha pasado por la cabeza la verdad de los hechos, pero ¿cómo podría haberlo imaginado si todos los vecinos conocen la bondad de sus parientas? Se niega a creer la verdad a pesar de que sus tías le han confesado con naturalidad y tranquilad de conciencia que han sido ellas, y que lo han hecho porque sentían lástima por sus caballeros solitarios, a quienes regalaban el descanso eterno tras la ingestión de un vaso de vino envenenado. Mortimer no da crédito a lo que escucha sin poder evitar que su mundo se vuelva del revés. Los nervios y la tensión de su descubrimiento le sitúan al borde de la locura; la única idea que se le ocurre para salvar a sus tías es la de cargar el muerto (doce muertos) a su hermano Teddy, un hombre que se cree el presidente de los Estados Unidos y que no puede disimular la característica común en la familia Brewster (familia que a nadie extrañaría que estuviese emparentada con los Adams). La situación ya es de por sí alocada y extraña, una experiencia que hace que Mortimer Brewster se olvide de todo lo demás, incluso de una esposa que no comprende nada de nada, y se lance en busca de una solución que le traerá de cabeza. Pero la noche de Halloween aún deparará mayores sorpresas; la llegada al hogar de Jonathan Brewster (Raymond Massey), acompañado por el doctor Einstein (Peter Lorre), aumentará el cupo de inquilinos de esa casa de locos, que en ningún momento dejarán de aparecer y desaparecer en ese escenario que resulta ser la sala de estar de la mansión Brewster, perfecto lugar para exponer los hechos, embrollarlos e intentar solucionarlos. Jonathan, que tras su ultima cirugía recuerda a la criatura interpretada por Boris Karloff en Doctor Frankenstein (James Whale, 1931), es un criminal sin escrúpulos que regresa al hogar tras muchos años sin dar señales de vida; ausencia que sus tías seguramente agradecerían  que se hubiese prolongado indefinidamente. Martha y Abbey no quieren que se quede porque su presencia rompe la armonía de la casa, además de añadir cierto temor a sus apacibles existencias; sin embargo, el mayor de los Brewster no piensa irse, y menos aún cuando se reencuentra con su hermano Mortimer a quien desea asesinar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario