domingo, 4 de septiembre de 2011

El padrino (1972)


La boda de una hija es un momento inmejorable para que la familia y los viejos amigos se reúnan y lo celebren por todo lo alto. Baile, música, Clemenza (Richard Castellano) pidiendo más vino o una estrella de la canción como Johnny Fontaine (Al Martino) ofreciendo su voz en honor de la novia. Hoy es su día, el día de Connie (Talia Shire), pero también es el día del padrino porque su hija se casa. Es un feliz acontecimiento, un día irrepetible, sin embargo, no puede disfrutarlo al lado de su niña porque él es don Vito Corleone (Marlon Brando) y, como tal, se debe a su familia, a sus amigos y a su obligación de recibir a quien lo solicite. Escuchar peticiones y recibir muestras de respeto le mantiene ocupado, mientras, el resto de los personajes se presentan entre los invitados al enlace de Connie y Carlo (Gianni Russo). Así pues, cualquiera que tuviera la suerte (buena o mala) de ser invitado a la ceremonia podría encontrarse a Sonny (James Caan) (el hijo mayor de don Vito, hombre impulsivo y heredero del imperio Corleone) escondido en una habitación con una mujer que no es la suya, a Tom Hagen (Robert Duvall) (inteligente y prudente, criado por el padrino como si fuese uno más de sus hijos) ayudando a su don, ofreciéndole consejos y servicios, a Fredo (John Cazale), el más desvalido de los hermanos, e incluso a Barzini (Richard Conte), jefe de otra familia de Nueva York, que ha acudido a presentar sus respetos porque, ante todo, los allí reunidos son hombres de honor. No obstante, uno de los momentos estrella para cualquier invitado sería aquel que le permitiese coincidir con ese joven uniformado que llega cuando la fiesta se encuentra en pleno apogeo, y en quien se descubre cierto parecido con los Corleone. Michael (Al Pacino), el pequeño de los hermanos, ha regresado a su hogar, aunque él es el único que se mantiene alejado de los negocios familiares, por eso es la esperanza de don Vito. La boda permite comprender que Michael es contrario al negocio familiar, responsable, héroe de guerra y resulta un individuo de lo más sincero, pues no duda en comentar a Kay (Diane Keaton) algunos de los procedimientos laborales de los suyos; métodos de trabajo como el que emplean con el engreído magnate cinematográfico (John Marley) que repudia una oferta que nunca ha debido rechazar. La escena de la cabeza del caballo entre las sábanas ensangrentadas donde se despierta el productor, que se ha negado a ofrecer el papel a Johnny Fontaine, es una escena que muestra a las claras que las ofertas de don Vito no pueden ser rechazadas, porque al padrino no le vale un no por respuesta cuando se trata de alguien de su entorno familiar. Hasta ese momento del film, Francis Ford Coppola se tomó su tiempo para familiarizar al espectador con los Corleone, ya que ellos son el (eje fundamental del relato, pues se trata de un film sobre la familia como núcleo que debe luchar para sobrevivir a la terrible tragedia que se desata como consecuencia de la ambición de El Turco (Al Lattieri). La negativa de don Vito a favorecer el tráfico de drogas propuesto por el Turco y el error de Sonny al exteriorizar sus pensamientos sobre el tema son clave para el desarrollo de cuanto vendrá a continuación: asesinatos, traición, un atentado que hará tambalear los cimientos sobre los que se sostiene la familia, seres corruptos como el violento capitán McCluskey (Sterling Hayden), la transformación que sufre Michael o la derrota en el rostro paterno al descubrir que las esperanzas depositadas en el menor de sus hijos se han desvanecido. El regreso a los orígenes, una nueva boda, dolor por un amor perdido, dolor por los hijos, dolor por los hermanos y por los padres, un funeral, nueva traición, un bautizo, más venganza, siempre dolor, y, finalmente, un nuevo nacimiento el de Don Michael Corleone. Todo esto y mucho más se inicia en una sala que sirve como ventana de apertura y clausura para uno de los grandes clásicos del cine. El padrino (The Godfather), cumbre fílmica que se ha convertido en uno de los grandes referentes del séptimo arte, presenta una tragedia familiar como eje principal y hombres que han elegido su familia por encima de cualquier otra cosa. La vida de Vito Corleone ha sido una constante lucha hasta alcanzar una posición privilegiada y peligrosa que le permitiese ofrecer a sus hijos todo cuanto él no había poseído, asimismo, es un hombre que mantiene un anhelo oculto, desea ver cumplido el sueño de una familia honrada e importante, una esperanza depositada en Michael, su pequeño, a quien ha mantenido alejado de la suciedad, corrupción y violencia que conlleva trabajar para la familia. Por desgracia, la victoria de don Corleone no se produce, así como tampoco se produce la victoria de Michael, quien condena su existencia futura tras acudir al servicio de un restaurante. Para el padrino, para Mario Puzo y para Francis Ford Coppola lo más importante es la familia, por ellos, don Corleone, un Marlon Brando antológico, ha levantado un imperio de la nada, un imperio que controla el juego, la prostitución y los sindicatos, y lo ha conseguido gracias a su manera de entender los negocios, la vida y la importancia de meterse en el bolsillo a políticos y jueces, influencia envidiada por el resto de las familias, a quienes les gustaría poder disfrutarla y quienes con sus actos provocan el nacimiento de un nuevo padrino, un Don que se despide desde la misma habitación donde Don Vito Corleone daba la bienvenida a los invitados a la boda de su hija.

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