sábado, 7 de enero de 2012

El confidente (1962)


El cine negro propiamente dicho es un género desarrollado en Hollywood, sin embargo, algunas de sus bases se pueden encontrar en producciones europeas como M o El muelle de las brumas, quizá por ese motivo no resulta extraño que en Europa se realizase un tipo de film noir tardío, sobre todo en Francia, cuyo máximo representante sería un director tan esencial como Jean-Pierre Melville, quien supo combinar de manera excelente las características del cine negro norteamericano con los rasgos del cine francés. Etiquetado como el director más americano de los realizadores franceses, Melville realizó una serie de magníficos policíacos que marcarían buena parte del posterior cine galo. Uno de sus trabajos más destacados sería El confidente (Le doulos), una propuesta trágica y oscura sobre la amistad y el engaño que une a sus dos personajes principales: Silien (Jean-Paul Belmondo) y Maurice (Serge Reggiani). La fatalidad que persigue a estos dos delincuentes se gesta al inicio del film, cuando Maurice, tras salir de la cárcel se presenta en casa de un supuesto amigo, Gilbert Varnove (René Lefèvre), a quien roba y asesina. ¿Por qué comete el crimen? Para responder a esta pregunta habrá que aguardar a la segunda parte del film, cuando Maurice es arrestado por la policía y cree que Salien le ha traicionado. Tampoco se encuentra inicialmente una explicación razonable para el comportamiento que se observa en Silien, sobre quien recae la sospecha de ser un confidente de la policía, dada la estrecha amistad que mantiene con el inspector de policía Salignari (Daniel Crohem). De este modo se descubre que Silien mantiene una relación de amistad con dos polos opuestos que inevitablemente se encuentran en el atraco frustrado en el que Maurice, al intentar escapar, mata al policía. Tras este hecho El confidente semeja dirigirse hacia un enfrentamiento entre Silien y Maurice, pues así parece exigirlo los hechos incompletos que Jean-Pierre Melville expuso de manera consciente, para crear una confusión que impide al espectador conocer los verdaderos sentimientos de los delincuentes, aumentando de manera evidente el aire trágico de este magnífico film negro francés en el que la sospecha de que Silien es el confidente, y por lo tanto el culpable de haber traicionado a su amigo, siempre se encuentra presente, y parece confirmarse instantes antes del atraco, cuando el supuesto delator telefonea a Salignari y éste se presenta en la dirección que únicamente Thérèse (Monique Hennessy), Remy (Philippe Nahon) (quien muere en la huida), Maurice y el propio Silien conocen. Sin embargo, el rumbo de El confidente cambia a partir del encarcelamiento de Maurice, a quien no pueden acusar del asesinato del inspector, pero sí de la muerte de Varnove. Como consecuencia de esa detención se desvelará parte del pasado (o de los hechos omitidos con anterioridad), mientras se apunta hacia el futuro trágico que permitirá conocer los sentimientos que mueven a dos seres condenados a no poder emprender la vida que desean, sobre todo en el caso de Silien, un tipo aparentemente duro y frío (posiblemente lo sea), pero que tiene el deseo de abandonar una “profesión” en la que podría acabar lleno de agujeros, pero antes de poder hacerlo debe poner en marcha un plan que expone parte de sus intenciones y de una personalidad hasta entonces oculta. En El confidente Melville muestra a esos personajes silenciosos, solitarios, pero que deben elegir llegado el momento entre la muerte, la amistad o la mentira, elección que permite conocer sus verdaderas naturalezas que nada podrán con un destino inevitable y distinto al que persiguen.

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