jueves, 16 de febrero de 2012

Bullitt (1968)



La famosa persecución de
Bullitt (1968) hizo más daño que bien al cine, exagero para indicar que, salvo excepciones como Ronin (John Frankenheimer, 1998) o Drive (Nicolas Winding Refn, 2011), desde aquel instante, las persecuciones se alargan sin más motivo que quemar goma, rellenar minutos de destrozos y de ruido y ser el protagonista instantáneo de espectáculos vacíos que repiten la misma fórmula, o una similar sin apenas variantes. En Bullitt, no. Aquí funciona como parte del entramado, también para dotar al film de ese aire setentero, antes de la década de 1970, que apunta un tipo de realismo cinematográfico sucio, violento, decadente, reflejo pesimista de un país en crisis, que llegó hacia finales de los sesenta y engrandeció al policiaco de los años que siguieron. Ese instante de esplendor se origina en películas como la de Peter Yates o A quemarropa (Point BlankJohn Boorman, 1967), más que en Bonnie & Clyde (Arthur Penn, 1967), film con el que Penn rompe con lo establecido y muestra la violencia de manera explícita y contundente, pero lo hace estilizándola, con cierto lirismo que no tendrá cabida en el thriller posterior, ni en este largometraje que, como el de Penn, marcó tendencias más allá del ámbito cinematográfico.


El teniente de policía Frank Bullitt (
Steve McQueen) vive en una cloaca, afirma Cathy (Jacqueline Bisset), su novia, tras descubrir el cuerpo de una mujer asesinada. Bullit sabe que Cathy dice la verdad, sobre todo cuando ya ha transcurrido buena parte de su investigación. Un par de días atrás, recibió el encargo de proteger al testigo estrella que Walter Chalmers (Robert Vaughn) quería presentar en su juicio contra el crimen organizado. Para el teniente este era uno más de entre los muchos casos que había llevado, así pues organizó su equipo de trabajo y se dirigió al hotel donde Chalmers había escondido a Johnny Roos. Confirmados los turnos de guardia, Bullitt abandonó la habitación donde no tardarían en introducirse dos asesinos que dispararon contra el testigo y el policía que le custodiaba. ¿Cómo han podido localizar su paradero? Una buena pregunta, y Bullitt que es un buen policía se la hizo, llegando a la conclusión de que solo su equipo y Chalmers sabían dónde se ocultaba Johnny Roos. Este hecho produce un primer enfrentamiento entre el fiscal, que amenaza con hundir su carrera policial, y un teniente que no se amilana porque tiene su criterio y sigue sus propias normas. La discusión entre Bullitt y Chalmers dice mucho acerca de ambos, como también levanta suspicacias en torno a la figura del segundo (y confirma que el policía guarda ciertos parecidos con los agentes de la ley de los policíacos de la década siguiente). Consciente de la posibilidad de un nuevo atentado contra el herido, Bullitt decide permanecer en el hospital para enfrentarse al asesino, que no puede volver a fallar. Bullitt fracasa en su empeño, porque el profesional consigue su propósito. Sin embargo, el teniente no se rinde, pues el verdadero caso empieza en ese instante. ¿Quién se encuentra detrás de ésto? ¿Cómo llegar hasta el final del asunto? Bullitt desoye las órdenes y no comunica la defunción del testigo, cuestión que le proporciona tiempo para estudiar los movimientos de la víctima antes de que fuese puesto bajo su custodia. La investigación le conduce hasta el taxista (Robert Duvall) que había llevado a Ross por varias calles de San Francisco antes de dejarle en el hotel, descubriendo de este modo que la víctima se detuvo en una cabina desde la que realizó una conferencia; una posible pista que debe investigar, pero antes... Bullitt sube a su Ford Mustang GT, enciende el motor, mete primera y se pone en marcha, produciéndose una espectacular persecución automovilística por la bahía de San Francisco (no permitieron rodar en el Golden Gate como era el deseo de los responsables del film) que serviría de modelo para posteriores persecuciones; durante su duración, se desarrolla una novedosa manera de enfocar una escena de esta índole, más real, espectacular y mortal que ninguna anterior a Bullitt.

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