jueves, 24 de mayo de 2012

Kill Bill vol.2 (2004)



Al final de Kill Bill Vol. 1 (2003) se dejaba escuchar la voz de Bill (David Carradine) informando de que la hija de “la novia” (Uma Thurman) no había muerto en el tiroteo de El Paso, sino que milagrosamente, y no me pregunto cómo, había conseguido nacer, hecho que la madre desconoce cuando arranca Kill Bill Vol. 2 (2004) y se dirige en su flamante descapotable al encuentro del último de su lista. Como ocurre en el primer volumen, el segundo tampoco sigue una sucesión lineal de los hechos, al presentar saltos temporales que explican parte del entorno (pasado y presente) que rodea a la letal vengadora (en este volumen menos sangrienta): sus inicios al lado de Bill, de quien se enamora y a quien sigue sin dudar, o como éste la encuentra tras haberle abandonado (momento anterior a la matanza de Dos Pinos). Kill Bill Vol. 2 continúa la mezcolanza de géneros vista en la primera entrega, haciendo un guiño especial al cine de artes marciales oriental durante el aprendizaje de “mamba negra”, tutelada por Pai Mei (Gordon Liu), el hombre que conoce los cinco puntos vitales para hacer estallar el corazón humano. Pero antes de que ?, alias la novia, alias mamba negra y alias la madre (de rodarse un tercer volumen, seguramente tendrá un nuevo alias, ¿la abuela?), se enfrente a Bill, tiene que eliminar al hermano de éste. Budd (Michael Madsen) fue otro de los participantes en el múltiple asesinato que ha llevado a la situación que se observa en la pantalla, pero acabar con él no resulta sencillo, pues aunque parezca un individuo acabado, que trabaja en un club de striptease (al que por ir ni van las strippers) donde no se le respeta, se las arregla para incrustar por sorpresa dos balas de sal en el pecho de “la novia”; pero no acaba ahí el tío sádico, pues le ofrece un entierro muy vivo. El momento de ? bajo tierra no resulta tan angustioso como el que Rodrigo Cortés mostraría años después en Buried, porque la no linealidad del film indica que la heroína saldrá del apuro en el que se encuentra. Antes de que logre liberarse, el film regresa al pasado y muestra parte del duro adiestramiento al lado de Pai Mei, durante el cual, maestro y alumna entablan una relación que comienza desde el alejamiento y las dudas para finalizar con el mutuo respeto de saberse iguales. Cuando el quinto film de Quentin Tarantino regresa al ataúd de madera donde se encuentra “la novia” se observa que su aprendizaje le sirve para romper la caja de pino y acudir a una cita doble, debido a la presencia de la letal mujer de un sólo ojo: Elle Diver (Daryl Hannah), otra de los miembros de El Escuadrón Asesino Víbora Letal. La muerte de Budd no acarrea más complicaciones para “mamba negra” que las ya sufridas, puesto que Elle es quien se encarga de alejar a Budd de una vida que pretendía dejar atrás en cuanto acabase de contar los billetes que la propia Elle le había entregado por la compra de la katana fabricada por Hattori Kenzo (arrebatada a una novia bien salada). El encuentro de las dos mortíferas asesinas descubre el verdadero nombre de la novia: Beatrix Kiddo (ahora que me había acostumbrado a los alias), pero lo más destacado de esa reunión de viejas camaradas resulta el espectacular duelo de espadas que tiene lugar en un espacio tan reducido como es la caravana de Budd. Durante la lucha entre Elle y Beatrix se conoce cómo la primera perdió su ojo, antes de perder el segundo, quedándose completamente ciega a merced de una rival que la abandona a su suerte. Después de mucha sangre, sufrimiento y verborrea, Beatrix se encuentra en marcha, impaciente por dar con el paradero del hombre al que amaba, el hombre de quien se quedó embarazada y el hombre que le dio por muerta en la iglesia de Dos Pinos, El Paso.

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