miércoles, 16 de mayo de 2012

La jauría humana (1966)


Sábado por la mañana: Bubber Reves (
Robert Redford) escapa del presidio en compañía de un compañero que le abandona después de asesinar al conductor que detienen en la carretera. Sábado noche: alcohol, infidelidades, envidias, armas de fuego y habladurías forman parte de la diversión de unos individuos que se consideran perfectos en su evidente imperfección, porque todos ellos muestran una conducta que deja mucho que desear, sobre todo tras escuchar la noticia de que su conciudadano se ha fugado de la cárcel. En contra de lo que opinan sus vecinos, el sheriff Calder (Marlon Brando) no cree que Bubber se acerque hasta al pueblo que le vio nacer. Calder se muestra diferente al resto, intenta realizar su trabajo sin distinciones de ningún tipo, manteniendo el orden en un lugar en el que nunca suele pasar nada. Su relación con Ruby (Angie Dickinson), su esposa, llama la atención por ser la más sincera de todas las que se producen dentro de los dominios de Val Rogers (E. G. Marshall), el magnate del petróleo que invita al matrimonio Calder a su fiesta de cumpleaños. En la mansión Rogers se reúne la flor y nata de la sociedad, entre la que se descubre a Jake Rogers (James Fox), el hijo del millonario, cuya relación matrimonial se encuentra tan vacía como la ética de la mayoría de los habitantes de la ciudad. Calder muestra su integridad en sus palabras y en sus intenciones, las cuales chocan con la ausencia de valores que domina el pequeño microcosmos elegido por Arthur Penn para realizar una crítica feroz contra la apatía, la falta de ética, la intolerancia y otras características comunes a la mayoría de las personas que se consideran a sí mismas por encima de quienes les rodean. La figura de Bubber sirve como excusa para iniciar el análisis de comportamiento que muestra el lado más oscuro tanto del individuo como del colectivo que se deja arrastrar, sin saber por qué hace lo que hace. La violencia, implícita y explícita, es utilizada por los vecinos como evasión a su falta de expectativas, marcada por el desengaño de saber que las promesas de su juventud se han esfumado sin haber hecho nada por alcanzarlas. Estos individuos no reflexionan sobre sus fallos, ni en el por qué de sus fracasos, más bien parecen que los aceptan, como si eso les igualara dentro del núcleo que han formado, por eso todo aquel que se aleja de las características que les hace semejantes (seres fracasados y frustrados) es rechazado, creando la intolerancia, el racismo y la violencia que les convierte en una jauría sedienta de sangre. La exposición realizada por Arthur Penn ofrece una visión pesimista de una sociedad que no logra reflexionar acerca de sus  problemas internos, desviando la atención hacia los ajenos, con los que pretenden esconder las carencias que muestran y la falta de ética en sus pensamientos y actos. La jauría humana (The Chase, 1966) valiente en cuanto su exposición crítica, muestra las personalidades corruptas y amorales que se dejan arrastrar por el odio que sienten hacia sus propias vidas, y que concentran en la figura de Bubber Reeves, a quien siempre le ha perseguido la mala suerte, la misma que le obliga a presentarse en el pueblo en busca de Anne (Jane Fonda), su esposa, para que ésta le ayude a alcanzar la frontera mexicana. Anna y su amante, Jake Rogers, parecen dispuestos a colaborar con el evadido, sin llegar a confiar en un sheriff que sólo pretende hacer su trabajo, superando las muchas trabas que los respetables ciudadanos del pueblo ponen en su camino. El romance entre Jake y Anna forma parte del análisis del film, pues plantea la imposibilidad que les obligó a separar sus vidas: la diferencia social que existe entre ambos y que les ha condenado a vivir una vida que podría haber sido otra muy distinta si Jake hubiese plantado cara a un padre autoritario que siempre ha pretendido guiarle y convertirle en aquello que no es.

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