lunes, 20 de agosto de 2012

El bosque petrificado (1936)


El desierto en el que se ubica la gasolinera a la que llega el caminante ofrece un carácter onírico y desolado; el silbido del viento y la arena que se levanta como consecuencia de su acción acompañan el deambular de Alan Squier (Leslie Howard), escritor desencantado con sus experiencias pasadas, que han creado la insatisfacción que le ha convencido de que su vida carece de sentido. El peregrino se detiene en ese paraje apartado de cualquier signo de civilización, un lugar elegido por el destino para ofrecerle un último alto en su camino hasta la costa oeste, adonde se dirige mientras decide qué hará cuando la alcance. En la gasolinera se produce su encuentro con un alma romántica, soñadora y creativa, una joven como Gabrielle (Bette Davis), que vive atrapada en un desierto que no colma sus inquietudes. Gabrielle aguarda el momento para irse de allí, en su mente ronda la idea de conocer Francia, país que idealiza como sinónimo de la libertad y de la belleza que no encuentra en la aridez de su hogar. La empatía entre Alan y Gabrielle es instantánea, ambos sienten como sus inquietudes se calman al estar juntos, ya que para Gabrielle el contacto con el caminante le permite conocer a alguien sensible, que valora sus gustos y comprende sus sueños, algo similar le ocurre al peregrino, porque en Gabrielle encuentra a un ser que desborda la ilusión que él ha perdido en algún momento de su recorrido vital. El carácter poético de El bosque petrificado (The Petrified Forest) marca el ritmo del film, ya sea en la actitud de la pareja protagonista como en la ubicación donde se desarrolla la historia de unos personajes aislados tanto física como anímicamente. No obstante Alan Squier debe proseguir su camino y se despide de la mujer que le ha ofrecido un respiro en su peregrinción hacia el abismo; la sensación que le ha creado la joven provoca su regreso poco después de emprender la marcha, cuando son sorprendidos (él y el matrimonio con el que viaja) por Duke Mantee (Humphrey Bogart), uno de los enemigos número uno que se apodera del vehículo en el que viajaba Squier para dirigirse a la gasolinera. La aparición de Duke presagia un enfrentamiento entre la fuerza bruta, innata en el gángster, y sensibilidad intelectual y romántica, principal característica de Squier. El carácter del viajero es opuesto al del criminal a quien propone un trato sorprendente para todos los presentes (rehenes y captores), aunque lógico para él, ya que siente que con su sacrificio ofrece a Gabrielle la oportunidad de vivir una existencia que él perdió tiempo atrás. El bosque petrificado se recuerda, entre otras cuestiones, por ser la película que confirmó a Humphrey Bogart como uno de los actores más destacados dentro de la Warner Bros., al encarnar a un personaje que había interpretado en Broadway, y que pudo repetir en la pantalla grande gracias a la insistencia de Leslie Howard, la auténtica estrella del film, que exigió a Jack L. Warner que fuese Bogart quien lo interpretase, ya que ambos habían participado en la obra teatral en la que se basa la película de Archie L. Mayo.

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