lunes, 15 de octubre de 2012

El bruto (1954)



La insolidaridad se encuentra presente en gran parte de la obra mexicana de Luis Buñuel, en El bruto se observa que cada cual hace lo que más le conviene, salvo Pedro (Pedro Armendáriz), apodado el bruto, y Meche (Rosa Arenas), víctimas de ellos mismos y de un entorno que les impulsan hacia un callejón sin salida. El bruto podría pasar por un tipo sin escrúpulos culpable de la muerte de Carmelo González (Roberto Meyer), el padre de Merce, sin embargo es una víctima de su ignorancia, de la ambición de don Andrés Cabrera (Andrés Soler), de la enfermedad del padre de la Merce, de María (Gloria Mestre) y de la familia de ésta (sólo quieren la comodidad que les proporciona el dinero que Pedro lleva al hogar) o de la lujuria y del deseo de Paloma (Katy Jurado), la mujer de Ándrés, que encuentra en el bruto a un hombre de verdad, no como su marido, ruin y entrado en años. El bruto se inicia con don Andrés intentando expulsar a los inquilinos de su propiedad (sin aviso previo y sin preocuparse de qué pueda ser de ellos), pero éstos no acceden a marcharse como les ordena, debido a la oposición de cuatro vecinos, entre ellos Carmelo, que unen al resto. Don Andrés no sabe qué hacer al respecto, pero sí Paloma, quien le aconseja que contrate a alguien que se encargue de los cuatro inoportunos inquilinos que mantienen unidos a los demás. Don Andrés conoce al hombre perfecto, un individuo que haría cualquier cosa por él, un tipo agradecido que le debe el trabajo, y cuya infancia transcurrió en su hogar, ya que su madre trabajaba para él (posiblemente Pedro sea hijo ilegitimo del propio don Andrés, algo que el patrón sabe, aunque no le importa, pues no sería más que el fruto de un accidente que ha compensado encontrándole una ocupación laboral). Desde que Pedro entró a trabajar en la carnicería no ha vuelto a saber de su patrón, sin embargo, cuando éste se presenta para pedirle que se encargue de su pequeño problema acepta sin rechistar, confirmando la diferencia existente entre patrón y sirviente que todavía rige los comportamientos de ambos individuos. El sino trágico de el bruto se marca desde que pone los pies en el hogar de don Andrés y asume su condición de matón, a pesar de que ambas circunstancias le ofrecen la oportunidad de conocer a Merce, pero también imposibilitan esa misma relación, que nace como consecuencia de la muerte del padre la chica y que se trunca a raíz de los celos de la esposa del patrón, quien desde el primer momento asume que Pedro es su hombre. De ese modo se aprecia que Pedro no puede elegir, como él dice es demasiado bruto, hecho que le impide asimilar otra realidad que no sea la que se le impone o la que le dicta su ignorancia.

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