lunes, 26 de noviembre de 2012

El hombre que sabía demasiado (1956)



El saber ocupa lugar y hasta puede resultar peligroso para aquel que sepa demasiado, sobre todo si se trata de un conocimiento casual e inesperado que desvela un complot internacional. La familia McKenna viaja por Marruecos dentro de un autobús donde conocen a Louis Bernard (Daniel Gélin), el francés que les ayuda a solventar un pequeño problema con el entorno y las costumbres que desconocen, pero a Jo McKenna (Doris Day) no le cae simpático, ya que muestra demasiada curiosidad respecto al pasado y a las intenciones de su esposo. Desde el encuentro en el vehículo la presencia del francés se hace constante, del mismo modo que también sucede con los Drayton, el matrimonio inglés con el que recorren a la mañana siguiente un mercado atestado de gente, donde el doctor Ben McKenna (James Stewart) descubre a un Bernard moribundo, que muere después de desvelar una información que cambia la vida del americano y pone la de su hijo (Christopher Olsen) en peligro. El hombre que sabía demasiado (The Man Who Knew Too Much) es un remake de uno de los éxitos de Alfred Hitchcock en su etapa inglesa, con la que guarda aspectos comunes, la famosa escena del Albert Hall, pero también diferencias, su ubicación inicial (Suiza se sustituye por Marruecos), pero a pesar de las similitudes o las diferencias queda claro que si no pretendiese mejorar la original un director como Hitchcock no se embarcaría en rehacer una película propia, cuestión que consigue, ya que en la versión de 1956 se observa mayor planificación y un incremento del suspense; como él mismo dijo durante sus entrevistas con Truffaut: <<la primera versión la hizo un aficionado con talento mientras que la segunda la hizo un profesional>>. Retomando el hilo de la historia, el matrimonio comete el error de dejar a su hijo al cuidado de la señora Dreyton (Brenda de Menzie) cuando les conducen a la comisaria donde deben declarar; allí McKenna descubre que han secuestrado a Hank y le amenazan con matarlo si desvela las palabras del finado, hecho que le convence para guardar silencio. La segunda parte de la trama se desarrolla en Londres, ciudad donde se va a producir el asesinato de un importante diplomático, secreto descubierto por Bernard y ahora en posesión de los McKenna, que atados de pies y manos no tienen más alternativa que indagar por su cuenta para encontrar al matrimonio que ha secuestrado a su hijo, Para ser justo habría que decir que El hombre que sabía demasiado (The Man Who Kwen too much) no es una película redonda, aunque no desentona dentro de la magnífica filmografía de su director, y a pesar de sus altibajos, presentes en la ingenuidad y en el comportamiento del matrimonio o en la repentina aparición de Ben McKennan en el Albert Hall (cuando en ningún momento ha tenido contacto con nadie que le haya podido informar de que su mujer está allí), presenta excelentes escenas como la del zoco, la del taller del taxidermista o la cantata durante la cual se pretende cometer el crimen del que Jo y Ben no pueden hablar.

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