miércoles, 10 de julio de 2013

Vivir para gozar (1938)



La primera adaptación que
George Cukor realizó de una obra del autor teatral Phillip Barry, posteriormente filmaría Historias de Filadelfia, plantea un enfrentamiento entre dos concepciones de entender la vida, aquella que busca la vitalidad y la emoción de vivirla, y la que persigue únicamente un posicionamiento socio-económico que se convierte en un capitalismo extremo que choca con la filosofía existencial de sus dos personajes principales. Por lo tanto, Vivir para gozar (Holiday, 1938) no es tanto una comedia alocada, dominaba por el caos, la atracción y la lucha de sexos, como una reflexión tragicómica en la que se descubren imposiciones sociales ajenas a Linda Seton (Katharine Hepburn) y Johnny Case (Cary Grant), pertenecientes a dos clases antagónicas, siendo la primera un miembro de la alta sociedad, mientras que el segundo podría acceder a dicho estatus mediante su matrimonio con Julia Seton (Doris Dolan), la hermana de Linda; aunque a decir verdad Johnny no tiene el menor interés por formar parte de ese mundo en apariencia sofisticado y lleno de lujos. A parte del amor que siente por su prometida, de quien apenas sabe, Case desconoce que se trata de una joven perteneciente a una familia acaudalada, cuestión que descubre cuando accede a la fría, majestuosa e impersonal mansión de los Seton donde, después de entrar por la puerta de servicio, comprende la posición económica de la muchacha. Allí también se produce su primer contacto con Linda, quien se presenta catalogándose a sí misma como la oveja negra de la familia, y con Ned (Lew Ayres), que no tiene necesidad de decir nada, pues la decepción se evidencia en su comportamiento, en su rostro y en su constante afición a la bebida, con la que pretende olvidar la frustración que le domina desde que claudicó a los deseos paternos, olvidándose de los propios.


La primera conversación que mantienen permite descubrir que el cabeza de familia podría ser un escollo para las intenciones matrimoniales de la pareja, de modo que Julia habla con su padre (
Henry Kolker) para allanar el terreno a Johnny, a quien define como un hombre que triunfará en la vida, pero no en la que su prometido piensa, sino en la que ella y su progenitor comparten, aquélla en la que el dinero y la imagen son principio y fin. El señor Seton presenta una mentalidad cerrada, dominante y poco tolerante, además nada le importa la sinceridad que descubre en Johnny, solo sus buenas referencias laborales y su brillante porvenir dentro del mundo de las finanzas, por eso le acepta como yerno. Sin embargo, el pensamiento del joven difiere del mostrado por los Seton más capitalistas, pues ha decidido abandonar su trabajo en cuanto consiga la cantidad suficiente para tomarse unas largas vacaciones que le permitan disfrutar y reflexionar sobre la vida, sobre su futuro y sobre aquéllo que le gustaría hacer. La imagen que representa Johnny Case, alegre, sincera y vital, choca con la frialdad de la mansión que también habita en su prometida, al tiempo que despierta la ilusión en Linda, hasta ese instante atrapada dentro de un espacio de lujo que le ha impedido alcanzar su plenitud, salvo cuando se encierra en el cuarto de juegos construido por su madre, el único lugar que le permite evadirse de cuanto significa esa mansión que la oprime. La diferencia entre las Seton es notable, y Case, a pesar de no decirlo, lo va asumiendo a medida que profundiza en su relación con ambas, descubriendo en Linda aquello que Julia desprecia, pues ésta desvela una personalidad manipuladora e intolerante, además de estar dispuesta a cambiar el pensamiento de su futuro esposo sin tener en cuenta los deseos de aquél. A parte del mensaje del que dotó a su película, George Cukor expuso con elegancia el enamoramiento entre Johnny y Linda, sin que ninguno de ellos lo asuma, ya que no desean dañar a un tercero; de hecho, Linda rechaza sus sentimientos porque para ella la felicidad de su hermana sería prioritaria, aunque en Julia la capacidad de amar se reduce a la imagen que se ha forjado y que pretende materializar en un hombre que prefiere vivir para gozar.

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