sábado, 31 de agosto de 2013

Novecento (1976)


Convertido en uno de los cineastas más prestigiosos de su generación gracias a títulos como La estrategia de la araña (1970), El conformista (1970) o El último tango en París (1972), Bernardo Bertolucci pudo llevar a cabo un proyecto que inicialmente estaba destinado a ser una serie de televisión. Novecento (1976) se realizó en régimen de coproducción, lo que permitió conseguir la financiación necesaria para llevar adelante esta superproducción que narra las luchas sociales e ideológicas que se producen en Italia a lo largo de la primera mitad de una centuria que trae consigo la muerte de Giuseppe Verdi (27 de enero de 1901) y la prolongación en el tiempo del régimen social dominante en el siglo anterior. Pero también se produce un doble alumbramiento en la hacienda de los Berlinghieri, donde el mismo día nacen dos bebes, Olmo y Alfredo, aunque en ambientes distanciados por las diferencias heredadas que se perpetúan en ellos, a pesar de la amistad que les une desde críos. La familia Berlinghieri pertenece a la clase privilegiada; patrones, hijos de patrones y cuna de futuros patrones como Alfredo (Robert De Niro). Mientras, el destino de Olmo (Gérard Depardieu) se encuentra marcado por los abusos de aquéllos, pues él es uno más dentro del campesinado que trabaja los campos de terratenientes que piensan en ellos como parte de sus posesiones. Los Dalcó fueron y son jornaleros condenados a acatar imposiciones que les denigra a vivir una existencia de miseria, donde el hambre y la injusticia van de la mano, sin embargo, las nuevas corrientes ideológicas les permite una mejora que los amos no están dispuestos a tolerar. Novecento arranca en un presente durante el cual un grupo de campesinas persiguen a un hombre y a una mujer que huyen desesperados, mientras, en la casa del patrón, un niño encañona con una escopeta a un individuo que se encuentra a punto de entrar en la vejez. Para comprender estos dos hechos iniciales, Bernardo Bertolucci empleó un flashback que abarca la práctica totalidad de una película que supera las cinco horas de metraje, y que regresa al instante puntual que ubica la historia en el día de la muerte del gran compositor italiano, cuyo fallecimiento precede al nacimiento de Olmo y Alfredo. A partir de ahí, el film avanza en el tiempo, mostrando el acercamiento y el alejamiento de los dos muchachos que representan las dos posturas que en ningún momento, salvo en breves instantes, logran acercarse, imposibilidad que ya se observa en la relación existente entre los abuelos de ambos (Burt Lancaster y Sterling Hayden) o en los abusos que se observan antes y durante la ascensión del fascismo en el país transalpino. Novecento se ubica en una hacienda que vendría a individualizar los sucesos generales que se producían en el país, siguiendo la concienciación del proletariado ante los abusos de los terratenientes, quienes para prevalecer ante las nuevas corrientes político-sociales apoyan el fascismo como medio de frenar el comunismo o el socialismo que amenazan su acomodado modo de vida. Y como consecuencia de su apoyo financiero, social e ideológico, los camisas negras se propagan empleando la violencia y la sin razón que se encuentran representas en Attila (Donald Sutherland). La perspectiva asumida por Bernardo Bertolucci muestra su simpatía hacia los desheredados como Olmo, a quienes convierte en víctimas de los excesos de patronos y de la intolerante ideología que han encumbrado. Así pues, el joven Dalcó asume una postura que se opone al régimen que representa su amigo Alfredo, que, a pesar de ser consciente de la barbarie que le rodea, se muestra pasivo, sin decidirse a cambiar aquello que sabe injusto, dominado por el conservadurismo del pasado y por la apatía de un presente donde estalla el conflicto de clases que, como simboliza el final del film, se perpetuará más allá de la ancianidad de sus protagonistas.

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