lunes, 7 de octubre de 2013

Los ojos muertos de Londres (1961)

Entre 1961 y 1969 el director alemán Alfred Vohrer realizó catorce adaptaciones del prolífico escritor británico Edgar Wallace, fallecido mientras preparaba el guión de King Kong. Sus novelas de misterio gozaron de gran popularidad en la Alemania anterior y posterior al régimen nacionalsocialista, aceptación que las convirtió en una de las principales fuentes del cine criminal realizado en el país teutón durante las décadas de 1950 y 1960, siendo una de las más representativas de este tipo de thriller la interesante Los ojos muertos de Londres (Die Toten Augen von London) (primera de las adaptaciones de Vohner). Ambientada en la capital inglesa, Los ojos muertos de Londres se inicia en la nocturnidad de una solitaria calle dominada por una espesa capa de niebla, donde un ser terrorífico (Andy Beber) se esconde entre las sombras a la espera de su víctima, un hombre sin familia, millonario y con gafas. Este no sería el primer cadáver que la policía saca del Támesis y presenta esos tres aspectos comunes, coincidencia que provoca el convencimiento del inspector Larry (Joachim Fuchsberger) de que se trata de un asesinato perpetrado por una banda organizada y no de una muerte accidental como asegura el forense. Sin embargo no tiene pruebas que corroboren su hipótesis, salvo el trozo de papel escrito en braille que ha sido hallado entre las pertenencias del fallecido. Para conocer el contenido del mensaje Larry solicita la colaboración de alguien que pueda descifrarlo, de ese modo entran en escena el sargento Sunny Harvey (Eddi Arent), personaje que aporta las notas humorísticas, y Nora Ward (Karin Baal), la mujer familiarizada con el alfabeto braille debido a su antiguo empleo en un hospital. Tras desvelar el contenido de la nota, Nora acompaña al inspector hasta la "casa de los ciegos", el último domicilio conocido del monstruoso Jack, a quien señalan las pistas reunidas hasta ese instante. Pero allí, el reverendo que la dirige (Dieter Borsche), también invidente, les asegura que nada sabe acerca de ese individuo por quien preguntan. Los ojos muertos de Londres plantea una intriga sencilla, sin embargo, su ambiente siniestro crea una atmósfera por momentos terrorífica que se agudiza en las irrupciones nocturnas de Jack, más próximo a una bestia que a un humano, o en la presencia constante de la niebla en las calles por las que transita parte del film. Esa misma sensación de desasosiego que domina en los lugares solitarios se apodera de los espacios cerrados y opresivos como la oficina de Stephan Judd (Wolfgang Lukschy), pero sobre todo de la tenebrosa casa de los ciegos donde Nora, en un intento por ayudar a Larry, se cuela para sonsacar el paradero de un gigante ciego que poco después la sorprende en la oscuridad de las escaleras de su hogar, donde, en última instancia, es salvada por la oportuna aparición del inspector, que la buscaba para entregarle un nuevo mensaje que podría conducirle hasta la banda Los ojos muertos de Londres. Mientras el agente continúa con sus pesquisas las muertes se suceden, sin que éstas entorpezcan la inevitable atracción que surge entre Larry y la muchacha que le descifra los mensajes que confirman que nada es accidental, pues todo apunta hacia esa misteriosa residencia donde Nora se convierte en una nueva víctima del desconocido que, desde la sombra, elimina los cabos sueltos que podrían conducir hasta él.

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