miércoles, 23 de octubre de 2013

This Island Earth (1955)


Los primeros viajes espaciales cinematográficos tuvieron como destino lugares conocidos por su proximidad a la Tierra, de ese modo la Luna y Marte se convirtieron en los primeros en ser explorados por la ciencia-ficción, quizá por ello, el mayor atractivo de This Island Earth reside en su viaje más allá del sistema solar, a una galaxia lejana donde se ubica Metaluna, el planeta al que acceden los científicos Carl Meachan (Rex Reason) y Ruth Adams (Faith Domergue) después de ser engañados por Exeter (Jeff Morrow), un colega de profesión que resulta ser oriundo de un mundo condenado a desparecer como consecuencia de los continuos ataques de los Zahgons. A raíz de dicha travesía galáctica existen puntos de vista que consideran a This Island Earth como la primera space opera cinematográfica, sin embargo, la mayor parte de la película transcurre en suelo terrestre, y solo al final se produce el viaje y la estancia en el planeta que justificarían tal aseveración. No obstante, al no existir unanimidad de criterios a la hora de definir el término, hay quien incluye películas como Encuentros en la tercera fase (Steven Spielberg, 1977), Apolo XIII (Ron Howard, 1995) o Space Cowboys (Clnt Eastwood, 2000) aunque no se ajusten a los márgenes del subgénero, dentro de los que permanecen Planeta prohibido (Fred M.Wilcox, 1956), La guerra de las galaxias (George Lucas,1977) o Star Trek (Robert Wise, 1979). Sea como fuere, This Island Earth es un film representativo de la ciencia-ficción de los años cincuenta, que no muestra alienígenas hostiles, aunque si controladores y ansiosos de que los científicos terrestres, a quienes han escogido entre la flor y nata, avancen en sus estudios atómicos, pues de su éxito depende la supervivencia de Metaluna. Puede sorprender que los extraterrestres acudan a la Tierra en busca de ayuda, sobre todo cuando se descubre que su tecnología se encuentra a años luz de la desarrollada por los científicos humanos, entre quienes se cuenta Carl Meachan, seguro de sí mismo, experto en energía atómica y capaz de pilotar un reactor que inexplicablemente cae bajo la influencia de una energía desconocida. Este primer hecho precede a una serie de circunstancias extrañas que se producen en su laboratorio, donde empieza a recibir piezas nunca vistas, que ensambla siguiendo las instrucciones de un manual que también le sorprende, como también lo hace Exeter cuando contacta con él a través de la máquina recién construida. La curiosidad, unida a la posibilidad de involucrarse en un proyecto en el que trabajan los mayores expertos del planeta, convence al héroe para subir al avión (donde no observa rastro de vida orgánica) que le conduce hasta los extraterrestres y hasta la doctora Adams, que niega conocerle a pesar de su insistencia. El rechazo de la doctora y el secretismo que descubre en la mansión generan en el físico la sospecha de que Exeter les retiene por algún motivo que no ha querido desvelar; pero, aunque el extraterrestre actúe de manera siniestra, no se trata de un ser malvado, sino de alguien condicionado por la vital importancia de su misión, pues de su éxito depende la salvación de Metaluna.

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