lunes, 20 de enero de 2014

Elegidos para la gloria (1983)


En 1979, 
Tom Wolfe publicó Lo que hay que tener, uno de sus libros más populares, y cuatro años después Philip Kaufman lo adaptó a la pantalla convirtiéndolo en esta reconocida producción que, a lo largo de sus tres horas de metraje, desarrolla parte de la historia de la aeronáutica estadounidense comprendida entre 1947 y 1963. Pero antes de que Elegidos para la gloria (The Right Stuff, 1983) se centre en el programa espacial Mercury, las imágenes presentan a los verdaderos responsables de su éxito: los pilotos de pruebas, cuyo valor, destreza, orgullo, control ante situaciones extremas y una pizca de locura, les confiere lo necesario para luchar por objetivos como el de superar la barrera del sonido o posteriormente alcanzar el espacio. A estos individuos, imprevisibles y difíciles de manipular, poco les importan las cuestiones ajenas a su trabajo mal remunerado, en el que arriesgan sus vidas pilotando reactores con los que surcan el firmamento en busca de traspasar la mítica y, hasta ese entonces, inalcanzable velocidad del sonido. Así se descubre que la cotidianidad de estos pioneros del aire se mueve al borde de la muerte, de hecho, la mayoría solo alcanza el sueño eterno y un hueco en la pared del bar de Pancho Barnes (Kim Stanley), donde decenas de fotografías recuerdan que alguna vez existieron, y que persiguieron una meta al alcance de unos pocos elegidos como Chuck Yeager (Sam Shepard). Este aviador, más cercano a la figura del cowboy que a la del militar, se convierte en el mejor entre todos los que se citan en la base Edwards al ser el primero en superar el match 1, el 14 de octubre de 1947.


Años después, otros pilotos como Gordon Cooper (
Dennis Quaid), Derek Slayton (Scott Paulin) y Gus Grissom (Fred Ward) llegan a esa misma base, en donde son reclutados para unirse al programa espacial que el gobierno pone en marcha a raíz de la alarma que, entre políticos y militares, provoca el lanzamiento del primer satélite artificial soviético allá por octubre de 1957. Como consecuencia de la idea de que la nación que controle el espacio dominará la tierra, y de la rivalidad existente entre los máximos representantes del bloque capitalista y del comunista, un año más tarde nace el proyecto Mercury de la NASA y la conocida como "guerra de las galaxias", en la que tanto rusos como estadounidenses desarrollan sus programas espaciales (con la inestimable colaboración de los científicos sacados de Alemania a la conclusión de la Segunda Guerra Mundial) para ser los primeros en enviar a un ser humano al espacio exterior. Esta fecha se confirma el 12 de abril de 1961, cuando los soviéticos toman la delantera al lanzar la Vostok 1 con Yuri Gagarin a bordo, mientras que los norteamericanos pierden su oportunidad al enviar, tres meses antes, a un chimpancé en lugar de a uno de los siete astronautas que se han dejado la piel preparándose para la misión. Respecto a esto, en momentos puntuales de Elegidos para la gloria, se observa que las decisiones de los burócratas responsables del proyecto no tienen en cuenta a los pilotos a quienes pretenden controlar y emplear como reclamo publicitario ante la nación —cuya interés es clave para conseguir el presupuesto que permita la continuidad del programa—, que aclama como héroes a esos pilotos que, al igual que el indomable Yeager, tienen lo que hay que tener para superar barreras míticas.



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