sábado, 8 de febrero de 2014

Así empezó Hollywood (1976)


Aunque no sea el mejor título de la filmografía de Peter Bogdanovich, Así empezó Hollywood (Nickelodeon, 1976) define a la perfección su pasión por el cine, como también lo hacen sus libros sobre Fritz Lang (Fritz Lang en América), John Ford (John Ford) u Orson Welles (Ciudadano Wells), o cualquiera de sus primeras películas, en las que se descubren homenajes como el protagonismo de Boris Karloff en El héroe anda suelto (Targets, 1968), las secuencias de Río Rojo (Red River, 1948) en La última película (The Last Picture, 1971) o su revisión de la screwball comedy hawksiana en ¿Qué me pasa doctor? (What's Up Doctor?, 1972). Pero si en estas tres producciones el gusto del cineasta por lo clásico se presenta de forma indirecta, en Así empezó Hollywood su homenaje se convierte en el motor visible de una película que acerca los orígenes del cine, cuando el cinematógrafo no era más que un espectáculo de feria proyectado en barracas, almacenes o teatros que, debido al precio de la entrada, empezaron a conocerse por el nombre de nickelodeones. Pero este nuevo entretenimiento, inicialmente visual, no tarda en convertirse en un negocio lucrativo y, como tal, los intereses económicos marcan su presente y su futuro industrial. Para ubicar el contexto histórico, el film se abre con un rótulo explicativo que informa de la guerra de patentes que enfrenta al monopolio formado por las grandes compañías —unidas para controlar el mercado del nuevo medio— con los productores independientes, como serían los Carl LaemmleWilliam Fox, Jesse LaskyAdolph Zuckor, Marcus Loew o Samuel Goldwyn, por citar algunos de los pequeños empresarios que, para alejarse del conflicto, asentaron sus compañías en la localidad californiana donde años después crearían las majors que la convirtieron en el centro de la industria cinematográfica mundial. Mientras se producía el enfrentamiento con el monopolio, estos y otros empresarios y cineastas produjeron películas como las que ruedan los personajes de esta comedia que, si bien se muestra irregular en su narrativa, cumple con su intención de homenajear a los pioneros, conocidos y desconocidos, que hicieron posible el desarrollo del lenguaje cinematográfico, entre quienes contaban Allan Dwan
Raoul Walsh, dos cineastas imprescindibles a quienes Bogdanovich agradeció su labor en los créditos finales.


Con desenfadado y con amor al medio, 
Así empezó Hollywood expone una visión cómica de aquellos primeros años, centrando su atención en individuos que por casualidades del destino (y de unas maletas) se encuentran en esa California de la década de 1910. Uno de ellos, Leo Harrigan (Ryan O'Neal), es un abogado que, tras su accidental contacto con el productor independiente H. H. Cobb (Brian Keith), se convierte sin pretenderlo en guionista y posteriormente en director, al ser enviado por su jefe al oeste para que se haga cargo de la filmación de una de sus producciones. A su llegada a California, a Harrigan se le observa desorientado, sensación que aumenta cuando contempla la aridez del paisaje que le rodea y la apatía del pequeño grupo de actores, actrices y técnicos que no saben qué hacer con su tiempo, salvo reírse de él, pues ni tan siquiera sabe dónde ubicar la cámara. Sin embargo, durante su estancia en el pueblo californiano, se observa su evolución y la de su equipo, y cómo no, la del medio cinematográfico en el que se asienta, pero también donde acaban absorbidos por los grandes que empiezan a conquistar y a construir lo que acabaría siendo la meca del cine. Pero esta es otra historia, que se iniciaría con el final de una película que mira hacia atrás para mostrar una época durante la cual el cine no era más que un recién nacido que buscaba su lugar en el mundo, de la mano de un puñado de aventureros que se embarcaron en un nuevo medio de expresión que evolucionó para dar cabida al slapstick de Mack Senneck, a los westerns de Thomas Harper Ince o a la visión cinematográficas de David Wark Griffith, quien, a pesar de la censurable ideología de algunos de sus films, aportó la grandiosidad y el ritmo narrativo que pusieron punto y final a aquellos primeros años de Hollywood.

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