martes, 27 de mayo de 2014

La jungla humana (1968)


Como consecuencia del despido del director previsto, el responsable de las espléndidas Motín en el pabellón 11La invasión de los ladrones de cuerpos o Código del hampa, Don Siegel, accedió a la dirección de La jungla humana (Coogan's Bluff, 1968), hecho que propició su encuentro con Clint Eastwood, a quien no conocía y con quien entabló una relación de amistad que se prolongó más allá de sus seis películas en común, una de las cuales fue el debut tras las cámaras de quien años después le dedicaría, a él y a Sergio LeoneSin perdón. Sin embargo, La jungla humana no se encuentra entre lo mejor de sus asociaciones, aunque sí deja entrever el estilo directo de Siegel y la buena química que existía entre ellos, y que daría como fruto títulos tan destacados como El seductorFuga de AlcatrazHarry el sucio, cuyo personaje principal ya se observa en Coogan (Eastwood), pues este presenta algunas de las características que definen la personalidad de Harry Callahan. Al contrario de otros policíacos urbanos de finales de la década de 1960, Bullit o A quemarropa, y otros de la siguiente, The French Connection, San Francisco, ciudad desnuda o la ya citada Harry el sucio, La jungla humana se presenta desde un ambiente rural donde se descubre a un policía pueblerino a quien se observa por por primera vez persiguiendo a un indio que se ha fugado de la reserva. Este momento sirve para acercar al espectador a la personalidad de Coogan y a un entorno que chocará con aquel que descubre a su llegada a Nueva York, ciudad a la que viaja para hacerse cargo de un convicto, pero donde inicialmente es estafado por un taxista o ninguneado por los agentes de la policía metropolitana a quienes visita para arreglar los trámites del caso que le ha llevado hasta ellos. La presencia del agente de Arizona en la gran manzana se debe a la misión de extraditar a Ringerman (Don Stroud), un prisionero que resulta estar indispuesto como consecuencia de la ingestión masiva de LSD, incidente que provoca que la estancia del vaquero en la jungla neoyorquina se prolongue más de la cuenta, algo que lo contraría porque no desea permanecer ni un minuto más de lo necesario en un lugar donde no encuentra nada que le haga sentirse cómodo, salvo la trabajadora social (Susan Clark) de quien se vale para descubrir el paradero de la novia del reo (Tisha Sterling) cuando aquel se fugue. Desde su peculiar interpretación de las normas, Coogan asume saltarse la ley para poder llegar hasta el preso y así trasladarlo hasta Arizona, sin embargo, en el momento de tomar el avión, Ringerman logra escapar y, como consecuencia, se inicia la persecución que obliga al ayudante del sheriff a un mayor contacto con los bajos fondos y la nocturnidad de una metrópolis en la que nunca llega a encontrarse a gusto, y en donde crea los problemas de los que se queja el teniente McElroy (Lee J. Cobb), cuyo punto de vista difiere del mostrado por el policía rural, duro, expeditivo y que se vale de cualquier método para lograr el fin que persigue en ese entorno al que se adapta a pesar de las pronunciadas diferencias que encuentra respecto a su pequeña localidad natal.

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