jueves, 30 de julio de 2015

Watchmen (2009)


El tema musical 
The Times They Are A-Changin' suena durante los seis espléndidos minutos que duran los créditos iniciales de Watchmen, engrandeciendo imágenes que resultan imprescindibles para acceder al caótico mundo habitado por los vigilantes creados por Alan Moore e ilustrados por Dave Gibbons en 1986, un mundo sombrío, marcado por la miseria, el miedo, la violencia, el capitalismo extremo y el pesimismo que también ha arraigado en unos superhéroes que nunca lo han sido, ya que, a excepción del Doctor Manhattan (Billy Cudrup), se trata de hombres y mujeres sin poderes, confundidos, desilusionados y, en algunos casos, sin la capacidad de aceptarse a sí mismos tras verse despojados del esplendor de antaño. A la conclusión del magnífico tema de Bob Dylan, la historia regresa a octubre de 1985 (alternativo al real), a la misma noche que abre el film, en la que se acaba de producir el asesinato de Edward Blake (Jeffrey Dean Morgan), apodado El Comediante, (personaje que reaparece en varios flashbacks para descubrirlo brutal, pero también amargado como consecuencia de las mentiras o medias verdades que ha defendido a costa de su propio yo). Esta muerte sirve para introducir a Rorschach (Jackie Earle Haley), el justiciero más destacado de la trama que Zach Snyder filmó a partir de las viñetas que componen la novela gráfica de Moore y Gibbons.


Rorschach es un individuo asocial, que esconde su rostro tras una máscara multiforme que simboliza su negativa a claudicar ante el conformismo y las miserias que caracterizan a la sociedad a la que sus ex-compañeros se han adaptado con desigual fortuna. Su voz en off (que fluye de las páginas de su diario) introduce la investigación que lleva a cabo para aclarar la muerte de su antiguo compañero, un asesinato que a primera vista nada tiene que ver con el posible conflicto nuclear que acapara la atención pública, y que todavía no ha estallado, pero que se encuentra latente en cada rincón de una ciudad violenta y de tonalidad oscura, que delata el sentir de antihéroes que parecen formar parte de las sombras en las que no pueden ocultar ni sus carencias ni sus frustraciones, las mismas que delatan que todo lo vivido forma parte de la broma pesada a la que alude el Comediante, en referencia al fallido sueño americano. Como consecuencia, los justicieros de
Watchmen se muestran desorientados y desencantados ante su percepción del espacio que habitan, donde ya no hay lugar para sueños y sí para individuos perdidos ante los hechos que han provocado la indiferencia y la ambigüedad de una realidad alternativa en la que ni los superhéroes, ni quienes pretenden serlo, tienen cabida.

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