miércoles, 11 de noviembre de 2015

¡Salvaje! (1953)


En la década de 1950, el rock'nd roll irrumpió con fuerza en la sociedad estadounidense, provocando reacciones dispares. Para los jóvenes resultó un estilo musical novedoso y atractivo mientras que para sus mayores no dejaba de ser un sonido ruidoso y demencial. Esta diferencia de criterios también delataba el distanciamiento generacional que se produjo tras la guerra, y el anuncio de una revolución cultural y social que en parte fue debida a la necesidad juvenil de rebelarse contra la apatía y la supuesta comodidad establecida por sus progenitores. Una de sus consecuencias deparó que algunos de aquellos muchachos se agruparan en bandas como la que capta la cámara que László Benedek fijó sobre el asfalto al inicio de Salvaje (The Wild One, 1953). Este plano sirve de arranque para una película que, en su intento de advertir de la problemática juvenil, convirtió la imagen del motero, interpretado por 
Marlon Brando, en un icono de su época, sobre todo por el carácter indomable de su personaje (en algunos aspectos similar al del propio actor), pero también por su presencia física y su vestimenta (cazadora de cuero, gorra, camiseta,...). Poco después también se asoció la imagen de rebeldía juvenil con el James Dean de Rebelde sin causa (Rebel without Cause, Nicholas Ray, 1955), sin embargo, el personaje interpretado por Dean no es de naturaleza contestataria, se trata de un adolescente sensible ante lo que observa y por ello reacciona en consecuencia. Por contra, el Johnny de Brando rechaza cuanto le rodea porque le da la gana, odia cuanto significa el mundo construido por sus progenitores, un mundo donde no se encuentra y al que da la espalda en compañía de su grupo de outsiders motorizados, con quienes recorre carreteras y pueblos en busca de un solo objetivo: divertirse.



Para estos muchachos no hay más fin que pasar el rato entre rock, chicas, alcohol y quizá algún tipo de sustancia alucinógena. Su falta de inquietudes, más allá de esa diversión que a menudo se transforma en violencia, delata su desorientación vital, la misma que les impulsa a huir de los problemas sin plantearse que en sus manos están las posibles soluciones. Son individuos nacidos en una época en la que todo apunta a la ausencia de un pensamiento crítico-reflexivo que permita evolucionar, por ese motivo ni ellos mismos saben qué quieren, aunque sí saben que no quieren parecerse a las personas que rechazan, ya sea la autoridad <<odio a los policías>>, dice Johnny, o a los ciudadanos que habitan en la monotonía alienante de la que ellos pretenden escapar dando rienda suelta a sus instintos primarios, tomando cuanto desean, atemorizando o aprovechándose de la permisividad de las autoridades del pueblo donde se desarrolla una historia compleja, en la que también se expone la incapacidad de los adultos para actuar y pensar con coherencia, quizá porque no estén acostumbrados a hacerlo, lo que provoca la violenta e injustificada reacción de algunos vecinos hacia el final del metraje.

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