sábado, 15 de octubre de 2016

La venganza (1957)

A pesar de sus encontronazos con la censura y con el régimen franquista (debido a su afiliación al partido comunista), sin duda la época de mayor prestigio profesional de Juan Antonio Bardem fue la década de 1950. En ella debutó junto a Luis García Berlanga en Esa pareja feliz, para luego continuar con la dirección en solitario en producciones que llamaron la atención de la crítica internacional, logrando de ese modo que el cine español empezase a sonar fuera de sus fronteras en festivales como el de Venecia, allí le concedieron el FRIPRESCI por Calle Mayor, o el de Cannes, donde el cineasta recibió el Premio de la Crítica Internacional por Muerte de un ciclista y por La venganza, esta última también significó la primera nominación al Oscar para una película española (aunque fue realizada en coproducción hispanoitaliana). Si en las primeras nombradas expuso dramas burgueses, que esconden en su realismo metáforas de la sociedad del momento, en la tercera se decantó por la alegoría disfrazada de drama rural que, más allá de las palabras de la voz de Francisco Rabal al inicio del film, representa una España dividida por el odio y por los recuerdos de un pasado que se simboliza en el rencor de los personajes principales, similar al que aún pervivía en la mente de muchos de los vencedores y vencidos en la Guerra Civil. La venganza habría sido mejor película sin la intervención de la censura española y sin la posterior exigencia de su distribuidora, Metro Goldwyn Mayer, de reducir su metraje original para la distribución comercial, aunque también habría que buscar parte de culpa en la intención del propio Bardem, la cual se fuerza en su necesidad de hacer visible su mensaje, en detrimento de enriquecer la interioridad de personajes rotos por vivencias pasadas que condicionan el presente en el que se ven obligados a convivir y a enfrentarse. Inmediatamente después de que Rabal introduzca la llanura dorada de Castilla y la emigración temporal de gallegos, extremeños o andaluces en busca de trabajo, se observa una figura solitaria que camina por un pueblo de las tierras altas andaluzas. Las gentes lo reconocen y murmuran a su paso, así se comprende que se trata de Juan Díaz (Jorge Mistral), un lugareño que acaba de salir de la cárcel tras diez años de condena por el homicidio del hijo mayor de sus vecinos de la Casa Vieja. Su llegada provoca dos circunstancias que delatan el odio arraigado entre las dos familias, por un lado, su hermana Andrea (Carmen Sevilla) le obliga a jurar que matará a Luis "El Torcido" (Raf Vallone), a quien culpa de su estancia en el correccional, y por otro, la madre de Luis (Maria Zanoli) recrimina a su hijo que no debe perdonar la muerte de su hermano. Las dos posturas se igualan para impedir el acercamiento entre dos hombres condenados a no poder olvidar, ni siquiera después de las palabras del escritor (Fernando Rey) que, ya avanzado el metraje, comparte pan con la cuadrilla de segadores de la que forma parte el trío protagonista. Allí, alrededor del fuego, el literato habla por Bardem para abogar por la reconciliación pretendida por el cineasta y por la nueva política del partido al que pertenecía, de modo que alude al olvido de rencores pasados, a la amistad y al nuevo comienzo que "El Torcido" desea para sí en la escena siguiente. En dicha secuencia Luis se acerca a Andrea, pero esta lo rechaza exteriorizando su repulsa y él la descalifica por su rencor enfermizo. Sin embargo, tras el intento de violación sufrido por la joven en el almacén donde recoge la comida que forma parte de su jornal, la cuadrilla se une en una sola pieza y con una sola finalidad, la de hacer pagar la afrenta recibida por uno de los suyos. Esta unión se verá reforzada en las palabras de Santiago "El Viejo" (José Prada), el mayor de los miembros del grupo, también cuando deciden abandonar uno de los campos de trigo para apoyar a los segadores del pueblo que, para mejorar sus condiciones laborales, se han declarado en huelga o en el amor que surge entre Andrea y Luis, un sentimiento que se ve amenazado por el juramento que ata a Juan al pasado y que le impide la paz que deseaba encontrar tras sus diez años perdidos por un crimen que no cometió.

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