sábado, 27 de mayo de 2017

Posada Jamaica (1939)


<<Al final rodé la película pero nunca estuve satisfecho de ella>> (El cine según Hitchcock)

Vista la película se comprende el por qué de la insatisfacción del cineasta inglés, ya que Posada en Jamaica (Jamaica Inn, 1939) ni se encuentra entre los mejores títulos de Alfred Hitchcock ni entre sus preferidos, pero tiene la importancia de ser el film que cerró su etapa británica. Asimismo implicó su reencuentro (y despedida) con el productor alemán Erich Pommer, que había coproducido su primer largometraje, El jardín de la alegría (The Pleasure Garden, 1925), también fue la primera de sus tres adaptaciones de la escritora Daphne du Maurier y el primer papel protagonista de la dublinesa Maureen O'Hara (y el adiós a su nombre real Maureen FitzSimonds). Podría seguir numerando inicios y finales de esta película llave que cerró la etapa de productor de Laughton y abrió su coprotagonismo compartido con la actriz con quien volvería a coincidir en Esmeralda, la zíngara (The Hunchback of Notre Dame; William Dieterle, 1939) y Esta tierra es mía (This Land Is Mine; Jean Renoir, 1943). También fue el primero de los cinco guiones que Joan Harrison escribió para Hitchcock, a quien meses después acompañaría a Hollywood. Pero, desde una perspectiva cinematográfica, se trata de un film atípico (e irregular) dentro del universo hitchcockiano. Por un lado, su ambientación en una época pasada (1819), algo poco frecuente en la filmografía del realizador, por otro, se trata de una película más próxima a los intereses de Charles Laughton -como coproductor, no dudó en contratar a O'Hara, a quien aconsejó cambiar de nombre, y al escritor J.R.Prestley para diálogos adicionales que aumentaron la importancia de su personaje- que de Hitchcock. A pesar de esto, el cineasta esbozó temáticas reconocibles de su cine: las falsas apariencias, Sir Humphrey Pengaltan (Charles Laughton) o Jem Trehearne (Robert Newton) no son quienes aparentan ser, o el voyerismo (involuntario) que se observa en Mary (Maureen O'Hara) cuando espía el linchamiento de Trehearne, que ella evita, y más adelante la conversación entre aquel y Pengaltan. Ambos personajes masculinos parten de una imagen que no corresponde a la real; el primero, magistrado representante de la ley, la infringe a su gusto y para su beneficio mientras que el segundo, miembro de la banda de contrabandistas que provoca los naufragios de los buques que navegan por las costas de Cornualles, resulta ser un oficial enviado por la Marina Real. Desvelados sus verdaderos rostros e intenciones, el uno asume el rol de villano (ambicioso, pomposo y manipulador), aunque las escenas finales intentan justificar su comportamiento en su locura, y el otro pasa a ser el ingenuo héroe que pretende descubrir la identidad del cerebro de la organización delictiva que, también en apariencia, lidera Joss Merlyn (Leslie Banks), tío de Mary y cabeza visible de esa banda de malhechores que desconoce la existencia de quien realmente maneja los hilos. Aunque entretenida en su desarrollo, Posada Jamaica sufre la sobreactuación de Laughton y la poco convincente de Newton. Más interesante resulta el personaje de Maureen O'Hara, otra protagonista femenina de Hitchcock atrapada, en su caso, dentro de un entorno ocupado por amorales capaces de asesinar y de hundir barcos por un puñado de monedas. En ese espacio oscuro, barroco y nocturno al que accede al inicio del film, Mary se desorienta, aunque nunca pierde su inocencia ni su noción de qué es correcto, por ello, aunque en ese instante lo considere un criminal, no puede permitir la muerte de Trehearne a manos de sus compañeros, tampoco la posterior captura de su tía Patience (Marie Ney) ni el naufragio que, como heroína de la función, evita a riesgo de su vida.

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