miércoles, 15 de noviembre de 2017

Homicidio (1961)



Si en lugar de
William Castle fuese Alfred Hitchcock quien presentase Homicidio (Homicidal, 1961), este interesante thriller encajaría a la perfección en Alfred Hitchcock's Presents (1955-1965), pero la película de Castle nada tiene que ver con el cineasta británico, salvo por las influencias que el realizador y productor asumió de Psicosis (Pyscho, 1960). Homicidio forma parte de la serie de películas de terror y misterio de bajo presupuesto rodadas por Castle -La mansión de los horrores (House on Haunted Hill, 1959), Escalofrío (The Tingler, 1959) o Los trece fantasmas (13 Ghosts, 1960)- y como tal se inicia con la innecesaria presentación de su realizador, para inmediatamente después mostrar la imagen de un niño y una niña que se pelean por una muñeca. En apariencia también innecesaria, esta escena da paso al presente que muestra la recepción de un hotel donde una mujer, que se inscribe con el nombre de Miriam Webster, le ofrece al botones (Richard Rust) dos mil dólares por casarse con ella. Ante la oferta, y la belleza de la extraña, el empleado acepta y la acción se traslada a la casa del juez de paz (Alfred S. Adrims) que les une en matrimonio. Pero, concluida la ceremonia, en un arrebato de violencia, la mujer apuñala al casamentero hasta matarlo. Este inicio genera el suspense y la tensión, que aumenta cuando la asesina llega al hogar donde cuida a Helga (Eugenie Leontovich), a quien atormenta antes de la aparición de la verdadera Miriam (Patricia Breslin). Emily (Jean Arless), al menos ese es el nombre que emplea, presenta un comportamiento desequilibrado, así lo atestiguan el homicidio, su trato a Helga o su irrupción en la floristería de Miriam, donde destroza varios ramos, un retrato de Warren y algunas figuras. Hasta ese instante, Homicidio transcurre pendiente de esta joven de comportamiento paranoico, controlador y violento, pero la historia introduce a personajes como Warren, el hermanastro de Miriam, Karl (Glenn Colbert), el novio de esta, o el doctor Jonas (Alan Bunce), para incrementar el suspense que alcanza su clímax en el instante que la voz de Castle interrumpe la trama para enfatizar el terror que se esconde tras la puerta que desvelará el misterio que rodea a Emily.


Todo cuanto se observa en la pantalla gira en torno a la identidad de esta joven que, tras su apariencia y sus actos, esconde el interés material de una herencia de diez millones de dólares, los cuales serán para Warren el día en el que cumpla veintiún años. Este muchacho era aquel niño que peleaba por la muñeca y que recuerda a su hermana los maltratos que recibió de Helga por orden de su padre, maltratos que tenían como fin convertirlo en un hombre. Esta declaración sirve para encajar las piezas de una película que mantiene su apuesta de sorprender al público hasta los minutos finales, durante los cuales se confirma la sospecha que las imágenes de la macabra mascarada ha ido fomentando a partir de apariencias e identidades.

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