lunes, 8 de enero de 2018

La ciudad cautiva (1952)



Ocho años antes del rodaje de
La ciudad cautiva (The Captive City, 1952), Billy Wilder iniciaba su magistral Perdición (Double Indemnity, 1944) con un hombre que, tras introducirse en un sombrío y solitario edificio, se sienta ante un magnetófono para dejar constancia de su historia y de su crimen. Un aparato similar es empleado en una comisaría por Jim Austin (John Forsythe), el protagonista principal del film de Robert Wise, convirtiéndose de ese modo en el narrador y único punto de vista de los hechos que relata durante la analepsis que engloba la práctica totalidad de la película. Es su narración (grabación) y por tanto es su perspectiva de los hechos y de su cruzada contra el crimen organizado, pero, sobre todo, es su visión de la pequeña y en apariencia apacible comunidad donde vive con su mujer. Según sus palabras es víctima de la corrupción y de la ilegalidad que se ha adueñado de la localidad donde dirige "The Kennsington Journal", un pequeño periódico que sobrevive gracias a los anunciantes locales. Dicho ambiente queda perfectamente retratado en La ciudad cautiva, que fue la primera producción de Aspen Productions, creada por Wise y por Mark Robson —habían sido compañeros en RKO, donde ambos formaron parte del equipo de Val Lewton— para realizar los filmes que les interesaba, aunque el intento de mantener su propia empresa les duró menos de lo deseado. Sin actores ni actrices de renombre y con un presupuesto modesto, Wise dirigió una de sus películas favoritas, <<pequeña, concisa, con un reparto adecuado, fue algo muy personal. Y todo coincidió para que saliera bien>>. A la coincidencia señalada por el cineasta en su entrevista con Ricardo Aldarondo —publicada en el monográfico que el Festival de San Sebastián y la Filmoteca Española le dedicaron en 2005— habría que añadir la maestría y la modestia de un narrador cinematográfico nato, capaz de dotar a la acción de un ritmo encomiable que al tiempo que atrapa al espectador, con su descripción realista de los sucesos que se observan en la pantalla, plantea aspectos que van más allá de las palabras de Austin. Este personaje presenta una perspectiva (moral) que parte de la ingenuidad y de la confianza con las que interpreta el mundo (en su caso, su ciudad). Desde ellas, inicialmente rechaza las sospechas de corrupción que le relata Clay Nelson (Hal K. Dawson) y, aferrado a ellas, descubre que su comunidad no es tan idílica ni perfecta como había creído hasta entonces.


El planteamiento visible de
Wise expone una localidad tranquila donde todos se conocen, no obstante, la calma desaparece cuando Nelson, el detective privado que investiga a Sirak (Victor Sutherland), es asesinado. Nadie habla de crimen, solo de un accidente por atropello. Nadie salvo Jim Austin, que empieza a indagar por su cuenta para ir descubriendo que existen aspectos ocultos que insinúan un entorno donde el delito se ha asentado entre la ciudadanía (todos saben que el juego es ilegal y todos aceptan participar en él por unos cuantos dólares de ganancia extra). La ley prohíbe el juego, como años antes había prohibido el alcohol, pero dicha prohibición fomenta la proliferación de individuos que pretenden lucrarse con las apuestas ilegales. Con ellos surge el crimen o delito, sin embargo, el problema radica en la propia ley, que, en su afán de impedir lo imposible, crea a los delincuentes y el estado de criminalidad que descubre el periodista, un estado en el que la corrupción se ha asentado entre las fuerzas vivas de la ciudad (comerciantes o el comisario de policía, entre otros ciudadanos), de igual modo que lo ha hecho la aceptación popular de los beneficios que les proporciona el juego. Por tanto, estamos ante dos tipos de interpretación: la de Jim, incorruptible e insobornable en su comprensión ética y en su lucha por la libertad de prensa, y la del resto de los personajes, cuya ambigüedad moral y humana les obliga a rechazar las pesquisas de un periodista que pone en peligro su vida y la de su mujer (Joan Camden), como nos aclara el inicio del film, cuando observamos el vehículo en el que ambos viajan a toda velocidad hacia Washington y se detienen en la comisaria donde se inicia el retroceso temporal que nos desvela la situación en la que se encuentran.

2 comentarios:

  1. Los detectives privados pueden contribuir también, como se ha apuntado, a la localización de personas perdidas o familiares desaparecidos para conocer su paradero y encontrarlos. En muchos casos, un detectives para empresas puede ser el apoyo de muchas familias para las que se ha agotado la vía de búsqueda policial y para localizar a sus allegados.

    Así trabajan los detectives privados.

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  2. Cierto. Y seguro que en la realidad hay grandes profesionales de la investigación. En el cine, también hay muy buenos ejemplos de detectives de ficción que realizan la búsqueda que comentas. Gracias por el apunte.

    Saludos.

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