jueves, 5 de mayo de 2011

La mujer pantera (1942)


<<Nuestra fórmula es bien sencilla. Una historia de amor, tres escenas de terror más sugerido que mostrado y una sola de auténtica violencia. Fundido en negro. Todo ello en setenta minutos>> explicó Val Lewton en relación a La mujer pantera (Cat People, 1942). El éxito de la película, la primera que el gran (y casi olvidado) Jacques Tourneur dirigió para Lewton, supuso el inicio de una serie de films de serie B fundamentales para el desarrollo del género fantástico y de terror. Yo anduve con un zombie, El hombre leopardo, también dirigidas por Tourneur, La maldición de la mujer pantera y Ladrón de cadáveres, ambas realizadas por Robert Wise, La séptima victima, The Ghost ShipLa isla de la muerte y Bedlam, las cuatro de Mark Robson, completan el brillante ciclo rodado en la RKO (por aquel entonces al borde de la bancarrota). Bajo la producción de Lewton, atípico productor, más cercano a un director-autor que a un ejecutivo, que además solía participar en la escritura de los guiones firmando con el seudónimo Carlos Keith, estos títulos adscritos al género de terror apenas muestran escenas explícitas de violencia o de monstruosidad. Lo pretendido, y logrado, sería dar rienda suelta a la imaginación (lugar donde habita el miedo) para sugestionar la mente del público, que se vería involucrado en una trama que le transmite angustia e inquietud. La más famosa de estas producciones es La mujer pantera, que a pesar de su bajo presupuesto, unos ciento treinta mil dólares, y la velocidad del rodaje, veintiún días, desprende una elegancia patente en todo su metraje (poco más de una hora de duración, acorde con las producciones de bajo presupuesto de la época).


Aparte de la sutileza con la que se filmó, otra de los aciertos reside en la creatividad desplegada por el equipo ante la falta de recursos económicos; destacando la labor fotográfica de Nicholas Musuraca, uno de los grandes operadores del cine estadounidense de aquellos años, capaz de crear las sombras de las que nace la atmósfera que transmite la sensación de desasosiego buscada por Tourneur para conseguir el efecto que se proponía. Sin el juego de claroscuros o los continuos cambios de ángulo en las escenas en las que se espera ver a la mujer transformándose en pantera, algo que finalmente no se materializa en la pantalla, el resultado habría sido otro distinto, puede que incluso irrisorio, y posiblemente no atraparía la atención del espectador, que se preguntaría si la protagonista está enferma o realmente sufre una maldición que la condena a la imposibilidad que le persigue. En un primer momento se tratan de resolver estos interrogantes, pero la película posee una construcción tan estudiada que pronto se olvidan preguntas o respuestas que no llegan, porque de eso se trata, de sembrar la duda y hacer al espectador participe de la angustia que sufre su protagonista, víctima de una imposibilidad que la oprime sin compasión  
La mujer pantera abrió un nuevo camino, no sólo dentro del fantástico o del terror, sino del cine en general. En ella se pueden encontrar ideas escondidas, como su caso más claro, la sexualidad; se percibe la existencia de una represión sexual intensa en el personaje interpretado por Simone Simon, al igual que la decepción por la falta de sexo que lleva al marido (Kent Smith) al abandono marital tras haber prometido a su esposa todo el tiempo del mundo para curar sus miedos, y sin embargo la condena al olvido, confirmando a Irena como la verdadera víctima de un amor que en ella es verdadero, pero también imposible. Puede que su gran éxito residiese en su propia escasez de medios, lo que llevó a Lewton y Tourneur a agudizar el ingenio y a decantarse por rodar una película que no se pareciese a las anteriores producciones de terror, querían que el espectador se imaginara el miedo, que en ellos naciese el temor ante lo desconocido y por una situación que nunca se materializa, pero que siempre se encuentra presente.

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