lunes, 26 de noviembre de 2012

¿Qué tal, pussycat? (1965)


Después de verle actuar en un show en directo, el productor Charles K.Feldman y el actor Warren Beatty le propusieron la escritura del guión de ¿Qué tal pussycat? (What's New Pussycat?), que iba a ser interpretada por el segundo, propuesta que Woody Allen aceptó a cambio de asegurarse uno de los papeles principales del film, que finalmente contaría con la presencia de dos Peter muy conocidos por aquel entonces: Sellers y O'Toole, además de un destacado grupo de actrices (Romy SchneiderCapucineUrsulla Andress o Paula Prentiss) que se unirían a ellos para dar rienda suelta a un film fallido, que sirvió como puerta de entrada en el cine para un Woody Allen que no quedó nada satisfecho con el resultado final de la película, muy inferior a sus filmes como director, entre los que se cuentan joyas cinematográficas como Zelig o Delitos y faltas. La trama argumental se centra en la figura de Michael James (Peter O'Toole), redactor de una revista de moda incapaz de asumir una relación de pareja estable o de rechazar a las numerosas admiradoras que se le acercan, por lo que no encuentra otra solución que la de buscar ayuda profesional en las terapias del doctor Fassbender (Peter Sellers), un psicoanalista con cierto aire a John Lennon que necesita más ayuda que cualquiera de sus pacientes, debido a su constante afán por conquistar a cualquier mujer que no sea la suya, y claro está él no es Michael. Y el tercer Romeo en discordia se presenta en el tímido Victor (Woody Allen), amigo del redactor y enamorado de Carol (Romy Schneider), la novia de éste, desespera ante la negativa de Michael a asumir una relación que no avanza por las inseguridades que le dominan, ya que teme dar un paso del que no está nada seguro. ¿Qué tal pussycat? presenta alguna pincelada de lo que sería parte del cine de Allen (psicoanálisis, relaciones de pareja e inseguridades de sus protagonistas), sin embargo se encuentra a años luz de sus películas, ya que en el film de Clive Donner se cambió parte del guión para convertirlo en un film sin sentido, dominado por la presencia de sus estrellas en detrimento de las delirantes conductas de unos individuos con problemas de pareja y de identidad, cuestión que convencería a Allen para no volver a escribir un guión que no fuese dirigido y controlado por él (algo que ha cumplido si se exceptúa Sueños de seductor).

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